La jaula de las locas ya es mayor de edad y se siente muy fresca. Si se estrenara hoy, supongo que sería un éxito de taquilla. El genio Robin Williams ya no está entre nosotros y el maestro Gene Hackman se retiró en 2004. Nathan Lane está a la altura de ambos y por momentos se roba la película. Calista Flockhart, Hank Azaria y Christine Baranski conocen su lugar y dentro del tono exagerado del filme se mueven con confianza. El conjunto de actores funciona con armonía y todos brillan. La música tiene lo necesario para soportar la historia y la fotografía ayuda a que Miami luzca sus tonos pastel y luces neón, pero sobretodo muestra las miradas de los actores que dicen todo lo que guión deja entre líneas. El trabajo de foto es del Chivo, Emmanuel Lubezki que ya había sido nominado al Oscar pero no lo había ganado. Todo es simple y alocado. Ojalá a nadie se le ocurra hacer una nueva versión de esta divertida comedia. La historia es conocida por todos. Un par de jóvenes quieren casarse, ella es hija de un senador ultra conservador envuelto en un escándalo; y él es hijo del dueño de un bar con el mejor show de travestis de Miami. Los padres de él aceptan fingir ser algo que no son para quedar bien con los futuros suegros. Evidentemente nada sale conforme a lo planeado y de allí brota una serie de situaciones incómodas y divertidas.
Aunque había visto antes está comedia, es ahora que me pareció más divertida. Probablemente influye la nostalgia por los viejos tiempos sin teléfono celular y una sociedad que se espantaba por cualquier cosa. Hoy sería un orgullo ser consuegro del dueño del club The Birdcage.
La película tiene la gracia de no buscar otra cosa que divertir, así que se permite todo tipo de excesos y nunca intenta predicar. Si algún mensaje brinda esta película es un efecto no deseado. Excelente para estos primeros días del año. Si ya la vieron, vuelvan a verla. (Ab.)
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