76-89-03 - Cristian Bernard & Flavio Nardini (2000)

La cinta comienza en 1976, en Buenos Aires. Dino estudia en un colegio jesuita, lasallista o algo así, pero es expulsado por masturbarse en el baño. Salvador vive con su padre, un mecánico que le regala un coche de un desaparecido y le dice que las minas son lo más bello del mundo. Paco es un pésimo alumno que sale de casa en bicicleta y es atropellado por distraerse mirando las piernas de una joven en minifalda. Los tres están obsesionado con Wanda Manera, una actriz de moda. Tras presentar a los personajes, la cinta salta a 1989. Dino sueña con hacer un negocio y escapar de Argentina; Salvador trabaja en el taller mecánico pero jamás ha tenido novia, ni sexo; y Paco se va a casar con una gorda cuyo padre tiene dinero. Están en un bar para la despedida de soltero de Paco y ven en la TV el escándalo de Wanda que fue grabada teniendo sexo con tres menores de edad. Un error al salir del bar hará que Dino empuje a sus amigos a una aventura cuyo objetivo final es tener sexo con Wanda. La vida tiene otros planes para estos idiotas. La última parte en 2003 reúne a los tres amigos en otro bar para la despedida de soltero de Salvador.

La película hace muchas referencia a la política Argentina, pueden verse pintas y afiches en las calles, se exigen dólares porque nadie confía en el dinero argentino. Los personajes tienen la idea de que el país siempre ha estado mal y nunca va a mejorar. Los tipos padecen un nihilismo triste y gris. Quizá por eso la película está filmada en blanco y negro con iluminación que brota de sitios extraños, por ejemplo del piso del auto.
Este filme, al igual que The Big Lebowski (1988), me hace sentir vergüenza por los estereotipos masculinos. Al parecer hay un tipo de ser que tiene un gusto arraigado por la mugre y el fracaso, por las tonterías y por resultar indeseable, por buscar la muerte. Pero ni siquiera se trata de arriesgarlo todo por algo importante y en el camino toparse con una muerte violenta y veloz; se trata de dejar que el mundo te pase por encima por una fantasía imbécil para tener de qué quejarse y algo para contar.
Supongo que en los ochentas se puso de moda timar a los calenturientos fantasiosos que se impresionaban con las actrices de televisión. Alguien supuso que yo era uno de esos y me dio el teléfono de Leticia Perdigón y supongo que pensó que llamaría o quizá daría el teléfono a alguien más.
El filme es divertido pero dan ganas de golpear a los tres fulanos para sacarles lo baboso a cachetadas. Al menos para mí, resulta triste saber que hay gente tan tonta en la calle. Sé que no son personas reales, pero están inspirados en hombres que puedes encontrar en cualquier oficina. (Ab.)
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