1917 - Sam Mendes (2019)

En ningún universo 1917 es la mejor película de 2019. La cinta comienza muy bien, pero después de media hora comienza a tropezarse y termina muy mal. La historia comienza con un par de soldados descansando en un prado. Un oficial despierta a Blake y le pide que escoja a alguien para que lo acompañe en una chambita. Escoge a Schofield y pronto les ordenan viajar con un mensaje que salvará a 1600 hombres de la muerte, entre ellos al hermano de Blake. Ese es todo el filme, ir de aquí a allá antes de que amanezca para cancelar un ataque. La película simula un único plano secuencia, al igual que hizo Birdman (2014). En otras palabras, la fotografía además de bella es hábil; la música acompaña las acciones con suavidad y algunas secuencias requieren una coreografía muy complicada y peculiar. Las elipsis (saltos temporales) se sienten ligeras con excepción de dos. En resumen, podría decirse que técnicamente la película muestra el talento de su director y no hay un pero al respecto. La cosa cambia cuando se mira la historia. Parece que lo mejor fue reservado para el inicio y después el filme se desinfla hasta llegar a un final en que la acción logra regresar por unos minutos, antes de hundirse en la insatisfacción y el olvido.
Las primeras escenas en que los soldados entran al túnel y se encuentran con ratas ponen la vara muy alta. La salida de los túneles es muy emocionante. Incluso el reproche de haber sido elegido como compañero resulta apropiado.
Sin embargo, a pesar de la belleza de las imágenes, todo lo que sucede en la granja está muy por debajo de lo que vimos antes. Los hombres caminan por el lugar esperando no llevarse ninguna sorpresa. No están solos, la vaca está cerca y la leche recién ordeñada sigue en la cubeta. Sin embargo, ellos se relajan y bobean, su prisa desaparece. Se entiende que son capaces de diferenciar entre los aviones amigos y enemigos. Miran el combate aéreo y al ver venir el avión no se hacen a un lado, lo llevan directo a la cámara para que la explosión nos impresione y se salvan de milagro. Lo que sigue es lo más absurdo de todo. 
Aunque no hubieran reconocido que el avión en llamas es enemigo, el uniforme del piloto no permite la duda. A pesar de ello, deciden ayudarlo y sus acciones propician una muerte innecesaria. Quizá yo sea un perro sarnoso, pero si pertenezco a un ejercito en guerra, primero disparo y después averiguo.
Toda esa escena se siente muy floja y poco verosímil, de modo que la tensión se disipa. Además, allí entra la primera elipsis extraña. Estaban solos y llegan cuatro camiones de soldados que ni siquiera hacen ruido. Todo el asunto con esas tropas es torpe, ellos parecen estar de vacaciones mientras Schofield debería tener prisa. Para cuando el héroe decide continuar la tensión es nula. 
A eso se suma la segunda elipsis extraña, en teoría, el soldado baja del camión, da dos pasos y ya está en el río en el que un francotirador le dispara. ¿Por qué nadie le ayuda? ¿Por qué el francotirador no dispara al camión? Están dos pasos detrás.  El paso del tiempo es demasiado apresurado para convencer. 
La escena de la mujer y la bebé se siente muy forzada y resulta aburrida. Para cuando Schofield llega a misa de 7, se entiende que fracasó y que las luces de la sala deberían encenderse para que encontremos la salida. No, mi amigo, siéntate. Tres minutos de carrera hacia la zona de anotación, seguidos de desilusión, rechazo y más desilusión. 
No encontré en todo el filme una sola razón para sentirme identificado con los ingleses, los soldados parecen resignados a perder. El general que da la orden parece despreocupado. Si llegas, bien; si matan a 1600, ni modo. Si a todos los involucrados les importa un pepino, a mí también. De modo que todo lo que al principio es interés, al final es puro fastidio. (Ab.)
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