Mary Shelley - Haifaa Al-Mansour (2017)

Mary Shelley es la creadora de la novela Frankenstein (el moderno Prometeo). Esta película requiere que sepas eso, de otro modo es difícil encontrar la paciencia para ver los días de una adolescente fea e insufrible. La película, hecha antes que Little Women (2019), cojea de la misma pata. Si no sabes que estás viendo la vida de una escritora famosa que alcanzará el éxito, lo que sucede en pantalla es poco atractivo y el subrayado feminista es casi intolerable. Sobra decir que comparar Mujercitas con Frankenstein es una locura. El monstruo está vivo, es un clásico, un gigante que desde 1910 ha sido utilizado sin pausa en el cine y la televisión; las Mujercitas son abuelitas y tejen chambritas. La película muestra las circunstancias que permitieron a Mary Shelley escribir el moderno Prometeo. Reconstruye su vida cotidiana, en especial  los hechos que tomó la escritora para construir el relato. La londinense Mary Wollstonecraft Godwin nació en 1797 y vivió hasta 1851. Su madre fue Mary Wollstonecraft que escribió Vindicación de los derechos de la mujer entre otras obras y murió diez días después de nacer su hija. Su padre fue William Godwin, también escritor. Mary adopta el apellido de su esposo Percy Bysshe Shelley, otro escritor, cuyo soneto Ozymandias ha sido utilizado en Watchmen (2009), Alien: Covenant (2017) y La balada de Buster Scruggs (2018)). 

Por si te parece poco, es necesario contar que en 1816, Mary y Percy pasaron el verano con Lord Byron (el primer poeta RockStar) y John William Polidori en la Villa Diodati cerca del Lago Ginebra.  Cuenta la leyenda que Lord Byron los retó a escribir cuentos de fantasmas y Polidori dio forma a El Vampiro, mientras que May Shelley imaginó Frankenstein. Esta anécdota la verás en la película.
Mary y la creación de su monstruo son interesantes pero la película parece dar tumbos sin encontrar el rumbo. Quizá el filme intentó ser muy realista o muy exhaustivo e incluir todos los elementos importantes, pero hay un tono raro y gris que impide emocionarse.
Aunque disfruté la película, la actuación de Elle Fanning es terrible. Esta rubia era buena actriz en Yo soy Sam (2001) y sólo me parece guapa en How to Talk to Girls at Parties (2017). Hasta su madrastra resulta más atractiva en este filme. Su cara es aburridísima y, en esta ocasión, carece tanto de la chispa como del gesto de dolor. No se trata de si actúa bien; parece una boba, cae mal y por eso resulta difícil  admirarla. 

Además el feminismo metido a contrapelo sin tacto y sin gusto, resalta como el marcador neón en un libro viejo. La película no es la gran cosa pero si te interesa el arte en cualquier expresión deberías verla, es una puerta que te permitirá conectar con nuevos intereses. La curiosidad es la madre de todos los descubrimientos, y de vez en cuando mata un gato. 

 Un detalle que me encantó, fue que incluyeran la pintura La pesadilla de Johann Heinrich Füssli en que se muestra un íncubo sobre una mujer. Como si un demonio inspirará y torturará a Mary Shelley. Una versión de ese cuadro se encuentra en el Instituto de Artes de Detroit. Lo que me quedé esperando fue que incluyeran el final o algún pasaje sabroso del libro Frankenstein, pero echémosle la culpa a los derechos de autor. (Ab.)

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