Un tal Alonso Quijano es un filme colombiano que se estrenó ayer en YouTube y estará gratis hasta el 15 de julio. Sin saber absolutamente nada, me animé a ver esta película por su título. Alonso Quijano es Don Quijote y me enganché con la esperanza de encontrar las fuerzas y el ánimo para leer el libro. Sin embargo, no hace falta haberlo leído para entender la cinta. Basta saber que Don Quijote vivía las fantasías de sus novelas de caballería al grado de hacer pensar a otros que estaba loco, que su escudero era Sancho Panza y que Dulcinea era su amada. Al menos eso sí sé. La película no cuenta las aventuras de ingenioso hidalgo. Retoma su estructura general para hacer un paralelismo y jugar con eso. Lo que vemos es un maestro de escuela, de edad avanzada, soñador, alto y delgado, que ademas de dar lecciones de literatura, se mueve por Bogotá en motoneta y ensaya la puesta en escena de algún fragmento del Quijote con su Sancho Panza. En teoría su vida camina bien, hasta que el viejo maestro encuentra la mirada de una alumna en su clase.
La trama no muestra pronto sus cartas. Engaña para hacernos pensar que el Quijote está enamorado, temeroso o loco. Es fácil llamar locura aquello que no se entiende o se desaprueba, pero si la locura molesta es porque es fácil caer en ella. Lo que te choca te checa.
La sospecha de que el maestro de literatura está perdiendo contacto con la realidad pronto se confirma y sólo gracias a la amistad de su Sancho Panza regresará de la fantasía. La cinta se cuece a fuego lento para que el nexo entre Dulcinea, la novela y un bombazo tenga sentido.
Aquí no hay luchas con molinos, el TransMilenio sustituye a aquellos viejos gigantes. La música ¿punk? será la encargada de cerrar el círculo. Si bien la película está en español, no estaría mal que las canciones tuvieran subtítulos. Es necesario decir que Álvaro Rodríguez en su papel de Santos, el Sancho Panza, lo hace genial y se roba la película. Lo cual no demerita el trabajo de la Dulcinea, Brenda Quiñonez, ni del Quijote, Manuel José Sierra. Confieso que al principio, porque no soy colombiano, no conecté las noticias que aparecen al inicio y por eso tuve que verificar que la bomba del vuelo 203 de Avianca es un hecho real.
La fotografía funciona pero no destaca. Se nota que se preocuparon más por contar la historia que por los encuadres o la estética. Lo que mejor quedó son las escenas en el campo. Lo peor es la escena de la chica siendo rescatada de una violación en el campus universitario. Creo que todas las películas quieren quedar bien con la agenda feminista, pero el novio de la Dulcinea sale sobrando. La historia del profesor de literatura y su amistad con el bibliotecario es lo que en realidad vale la pena. Anímense a ver cine latinoamericano. (Ab.)
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