El esqueleto de la señora Morales - Rogelio A. González (1960)
En YouTube está este bonito filme que combina la realidad con el humor. Gracias al COVID-19, las alhajas del viejo cine mexicano vuelven a ser vistas y apreciadas. Este filme demuestra que había buenos guiones y buenos directores. El guión es una adaptación del relato "El misterio de Islington" del galés Arthur Machen (1863 - 1947). El sonido era bueno, la actuaciones eran buenas, las historias estaban bien filmadas y tocaban los temas que la sociedad esconde bajo la alfombra. Es posible que las situaciones que muestra, hoy parezcan impensables, no hay que olvidar el tiempo y el lugar. Sin embargo, el fondo subsiste: en el matrimonio no hay garantías. Contaré lo poco que se puede contar, para no arruinar la historia. Pablo Morales es un taxidermista casado con Gloria. (Los nombres en español tienen una hermosa carga católica). No tienen hijos, viven en un pueblo pequeño cercano a la ciudad. Ella tiene una deformidad en la rodilla y eso le da pretexto para sumergirse en la infelicidad crónica, además es muy religiosa y tiene amistad con el sacerdote y las viudas del lugar. Pasa el día quejándose de estar enferma y del maltrato del marido. El señor Morales bebe frecuentemente y es amigo de los asistentes al bar local, pero pasa la mayor parte de su tiempo trabajando en su oficio. Hay un conflicto evidente: él siente deseo por su esposa y quiere tener hijos, ella dice sentir asco por sus manos, no quiere chamacos y le niega el sexo. Lo interesante es ver hasta dónde llevan el pleito y cómo se resuelve.
Deduzco con horror que ví este filme cuando niño y me impresionó. Para colmo, la facultad de derecho reforzó el trauma y por eso tengo pavor al matrimonio. Ningún abogado te recomendará casarte, salvo que sea con un millonario. Los maestros decían: no te cases por interés, cásate por el capital. Lo que intento decir es que algunas de mis pesadillas están en esta cinta. No necesito casarme para saber que está basada en hechos reales.
Dejando a un lado la experiencia personal, diré que aunque las personas se casen de buena fe, siempre es posible que una o las dos se transformen al verse casados. De un momento a otro, la verdadera personalidad emerge y ya se trata de sabotear la convivencia con la voluntad de castigar al otro de manera sistemática. Hoy, el asunto se resolvería con la tecnología que registren de manera audiovisual la locura facilitando el divorcio. Pero nada te devuelve el tiempo perdido ni borra el paseo por el infierno. Imagínate antes, cuando no había camaritas.
La película resulta muy interesante porque el matrimonio es un contrato pobremente regulado. No hay una serie de conductas "normales", "deseables" o "indispensables" claramente descritas que resulten exigibles como parte del mismo. El contrato establece ciertas pautas económicas, pero no regula el comportamiento cotidiano de los contratantes. Ni en cosas simples como quién saca la basura o cuánto debe tardar alguien en la regadera o quién puede visitar al domicilio conyugal. Ni cosas importantes como la frecuencia del sexo o si la pareja es abierta o cerrada.
Todos somos diferentes y por eso asumo que no todos debemos comportarnos igual. El hueco legal me parece adecuado, pero sólo en la medida en que las conductas sean pactadas por las partes. La verdad, creo que eso tampoco funcionaría. El matrimonio no es para todos, pero si estuviera muy bien reglamentado se evitarían traumas, locuras y delitos.
En la película, el señor Morales expresa que compró la casa para complacer a su esposa y que le pesa la deuda de la hipoteca. Él hubiera preferido un departamento modesto en la ciudad. Además Pablo quería hijos y Gloria se niega a tenerlos. Terminé pensando en qué llevó a este par de locos a casarse. No se conocían. Nunca hicieron planes en común. El derecho debería exigir un plan de vida de diez años antes de permitir el matrimonio. Creo que la CFE es más exigente con el contrato de la electricidad.
La cinta es entretenida, inteligente, crítica, divertida y cabrona. Es la guerra de los sexos y en las guerras siempre hay heridos. Dicen que quien se casa, se divorcia y se vuelve a casar; lo tiene bien merecido. No se casen, pero si se casan, no tengan hijos. De los males el menor. No salen de su casa porque les da miedo el coronavirus pero se casan con el primero que pasa por delante. (Ab.)
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