Zoku Sugata Sanshirô - Akira Kurosawa (1945)

La nueva leyenda del gran judo o Judo Saga II es otra obra maestra de Kurosawa. La caja del DVD advierte que la cinta es la segunda parte de la filmada en 1943, Sugata Sanshiro que no he visto. Al comenzar la película hay algunas cosas que se dan por hecho y conforme avanza se entiende que el protagonista había comenzado su camino en el yudo y se había vuelto famoso por vencer a un practicante experto de jiu-jitsu. En esta segunda parte, Sugata es tan famoso que los niños cantan canciones sobre él. Pero la fama no lo ha transformado, es un hombre simple que ni siquiera se anima a formalizar la relación con su enamorada. Su fama crece al vencer a un marino gringo que golpeaba al conductor de un Rickshaw. William Lister, un boxeador americano, se entera del incidente y se interesa en pelear con Sugata. La pelea es rechazada, pero en su lugar se programa otra con practicante de jiu-jitsu. Sugata asiste a la función para evitar la pelea. El japonés y el gringo pelean y Lister vence de fea manera a su oponente. Sugata abandona el sitio para no intervenir. Mientras tanto, los hermanos del derrotado en la película anterior lo buscan para vengarse. Ellos practican kárate. Las reglas del dojo de yudo prohiben a los estudiantes comer o beber dentro, participar en funciones de exhibición y aceptar duelos. Sugata romperá las tres reglas.

La película se encarga de mostrar que el yudo es superior al box, al jiu-jitsu y al kárate. Lo interesante es que explica de manera contundente que el box es salvaje y está por debajo de las artes marciales japonesas. Aunque me gusta el box, no puedo contradecir que es un espectáculo hecho para durar y entretener en el que no se busca demostrar quién pelea más eficazmente.

En la cinta hay una clara referencia nacionalista. Japón fue bombardeado por los gringos y perdió la guerra. Eso no quiere decir que cada gringo es superior a cada japonés, ni que conviene dejar atrás todas las artes o costumbres  japonesas y adoptar las americanas. Sólo significa que se perdió la guerra. Parece una verdad de perogrullo pero es algo difícil de digerir. La película tiene la gracia de mostrarlo con calidez y lo hace de un modo tan dulce que conmueve. Otra cosa interesante el que el yudoca no disfruta de ser famoso porque ahora tiene muchos enemigos. Su búsqueda en el yudo no es lastimar a otros, ni ganar dinero ni convertirse en una celebridad. Él busca la paz. 

Aunque la película me parece excelente no voy a negar que me sentí decepcionado por el combate final, ni voy a decir que es perfecta. No obstante, me parece importante decir que la filosofía de la cinta es digna de aprecio. En un video  de YouTube, Jaime Altozano examina el álbum El mal querer de Rosalía. En el minuto 26, hace una pausa y cuenta que cuando era más joven todos sus ídolos hablaban inglés y eso le hacía sentirse como un espectador detrás de la pantalla. La sensación implicaba que por hablar español, Jaime no tuviera el derecho o el talento para hacer música que estuviera a la altura de la de sus ídolos. Altozano explica que el disco de Rosalía, al menos para él, rompe esa barrera y permite que más españoles y latinoamericanos superen la frontera psicológica para pasar de espectadores a creadores. 

En mi opinión, la barrera que describe Altozano vive en gran parte de los mexicanos, vivía en mí. Creo que una barrera semejante se instaló en los japoneses al perder la guerra y que este filme constituyó un paso en el camino para superarla. Tan sólo por eso, la película es importante. (Ab.)
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