Hua Mulan - Jingle Ma & Wei Dong (2009)
“Una vez que vistes esta armadura, tu vida no te pertenece. ¡Eso es la guerra!”
–Príncipe Wentai.
Mulan es una película protagonizada por Zhao Wei y Chen Kun, que cuenta la leyenda de la joven que decide entrar al ejército para salvar a su padre. Todos sabemos la historia gracias a la clásica Mulan (1998) de Disney, y este año se supone que tendremos su Live Action (todavía no pierdo la esperanza), pero me entró la curiosidad de si algún otro estudio había hecho su versión y me encontré con esta producida y hecha en china, país de origen de la leyenda, lo que me animó a darle una oportunidad. La historia comienza con el líder de los Rouran, un reino que piensa reunir a sus aliados para atacar otro (el reino de Wei) y expandir su territorio. Lo relevante aquí es que el líder tiene un hijo sanguinario y una hija respetuosa pero ambiciosa a su manera.
Ahora sí, conocemos a Mulan, una joven que cuida de su padre enfermo y fue entrenada en el kung-fu sin la aprobación del mismo. No entiendo cómo pudo ser, pero al padre no le gusta, no cree que las mujeres deberían saber eso, especialmente no su hija porque le dificultará encontrar marido y, en un pequeño flashback, llega a decirle a la pequeña Mulan «Si quieres seguir peleando, sé un hombre en tu próxima vida». Por suerte, no tuvo que esperar tanto. Unos mensajeros del emperador llegan a decir que los Rouran los invaden y necesitan apoyo para defenderse. Mulan no intenta razonar con su padre, sabe lo que piensa, así que sólo toma su armadura y se va. En el campamento, otro soldado la reconoce, su amigo Tigre. Él intenta decirle que se vaya, que es peligroso, pero ya sabemos cómo termina esa conversación. Lo único que le queda es intentar ayudarla a pasar como uno más.
En su tienda designada conoce a otros amigos y al sobrino del general, un cretino que le causará algunos problemas, entre ellos, acusarlos de robar una pieza de jade que Tigre tiró al río. Para descubrir quién es el ladrón, ya que ninguno confiesa, les piden desvestirse para comprobar que no la tienen y Mulan, por obvias razones, prefiere confesar y decir que vendió la pieza. Como castigo, será ejecutada a la mañana siguiente, pero por más obvias razones, este destino debía evitarse. Su campamento es atacado por unos aliados de los Rouran y en el desastre, un hombre que más tarde se presenta como el príncipe Wentai, la libera y le dice que se vaya. Lo que Mulan no hace; ella fue a pelear, y eso hará. Después de entrar dramáticamente en su caballo, va directamente al líder y le corta la cabeza. También en esa batalla muere el comandante, así que se nombra al príncipe el nuevo comandante, que a su vez nombra a Mulan subcomandante, ya que él sabe que es una mujer y quiere protegerla de alguna manera. Además que, obviamente, comienza a enamorarse y ella de él.
Por suerte, a la película se le acaban las obviedades en este punto y no se olvida, ni te deja olvidar, que a pesar de la victoria, todavía están en guerra y eso es más importante que cualquier amor en el horizonte. Las batallas continúan, la mayoría ganadas por el reino de Wei, pero tarde o temprano, Mulan tenía que saber lo que es una derrota y cuando lo hace, sumándole que fue por un impulso de su parte, la protagonista demuestra algo que a la animada le faltó (puedo compararlas porque ambas se basan en la misma leyenda) y es que Mulan, el gran subgeneral de no sé cuántas regiones, también puede deprimirse por perder, también puede llorar la muerte de sus amigos, y también puede estar harta de pelear. Al mismo tiempo, el hijo sanguinario que vimos al principio, mata a su padre para hacerse con el poder y desatar libremente toda su sed de sangre. Puede sonar como la descripción de un perro salvaje, pero el nuevo líder de los Rouran es tan listo para acorralar al ejército de Wei y dejarlos sin comida, sin una buena parte de soldados, y sin opciones.
Quiero destacar aquí una escena en la que Tigre, junto a otros hombres, es capturado y puesto como carnada. Mulan ordena que nadie vaya a rescatarlo, sabe que eso significaría sacrificar más hombres, así que en su lugar, y para soportar ver la muerte de su amigo, comienza a cantar. El resto también lo hace, e incluso los prisioneros cuando lo escuchan, y nadie deja de cantar hasta que el último de ellos muere. Ahora, sólo les queda esperar el mismo destino, pero el príncipe Wentai entrega su vida a cambio de alimento y medicina. Un destino que Mulan no puede aceptar, no cuando sabe que en parte lo hizo para que ella viviera. Así que decide usar la única arma que hasta el momento no había usado, su secreto. Y es que al deshacerse de la armadura, vuelve a ser a ojos del mundo, una mujer débil y para nada peligrosa, que logra acabar la guerra gracias a la ayuda de otra mujer débil y para nada peligrosa. El final vuelve a ser obvio, porque no podía ser de otra manera. Mulan confiesa al emperador que es una mujer que desea regresar a cuidar de su padre; y el emperador, por salvarle la vida a su hijo y servir a su país, perdona su vida. Algo que, a pesar del esfuerzo de la película por ser lo más realista y cruda posible, ya esperabas. Claro, Mulan no va a pagar por sus actos, que sí, son valerosos y nobles, pero por lo que se alcanza a intuir, también son ilegales. El único consuelo que nos queda es que a pesar de haber podido ser legalmente una princesa, no es posible en nombre del deber y la paz. Si a esto le sumas batallas increíbles, efectos decentes, una historia coherente y un final justo, entenderás porqué es mi segunda versión favorita de Mulan.
Digo, le falta una actriz que verdaderamente me convenza de que por años pudo pasar como hombre, una traducción que no suene a novela (no pude encontrar una versión subtitulada, lo intenté) y canciones tan icónicas como “Hombres de acción”. ¡Y Mushu! Ninguna historia de Mulan, para mí, estará completa sin Mushu.
Comentarios
Publicar un comentario