The Last Temptation of Christ - Martin Scorsese (1988)

Si quieres ver una obra maestra, una genialidad de Martin Scorsese, olvídate de El Irlandés (2019) y busca LA ÚLTIMA TENTACIÓN DE CRISTO. También es una historia de lealtad, traición y culpa, basada en el libro de Nikos Kazantzakis. La película te permite mirar las tripas de la religión y Martin te explica porque el cristianismo no necesita a la Iglesia ni que Jesucristo haya existido. Para entenderla es necesario ser cristiano, si no conoces esta religión, es probable que te aburras o te parezcan puras incoherencias. Pero si conoces los mitos, mientras más sepas mejor. Cabe recordar que en México estuvo prohibida y causó grandes broncas en muchos otros países. Decidí verla nuevamente porque me pareció muy raro no verla mencionada en ninguna de las reseñas El Irlandés. Parece que el mundo quisiera olvidar este filme. Mencionan una y otra vez Casino (1995) o Goodfellas (1990), incluso Taxi Driver (1976) pero olvidan éste.
La historia es a grandes rasgos la misma que relatan los evangelios, pero el diablo está en los detalles y eso provocó la furia de las buenas conciencias. La película comienza con un Jesús adulto que trabaja haciendo cruces de madera. Los romanos utilizan sus productos para crucificar rebeldes, por eso lo odia todo el pueblo. Además, Jesús oye voces y pasos que lo siguen, no está seguro de quién lo acosa pero después se convence de que Dios le habla. Su amigo Judas es un rebelde y le pide ayuda para matar soldados. Jesús se niega a luchar. 
Estos dos detalles, ya son material suficiente para que los sacerdotes se pongan de mal humor. Los evangelios no mencionan que Jesús hiciera cruces (motivo por el que recibe unos zapes de parte de Judas), ni que tuviera dudas sobre ser el Mesías. La iglesia imagina a un Jesús que siempre supo quién era y que no dudó de su misión ni de su carácter divino.
Hay muchos detalles incómodos pero muy simpáticos, por ejemplo: Jesús es el responsable de que María Magdalena se prostituya (la secuencia en el burdel es magnífica); el fiestón en el río con Juan el Bautista; Jesús es un rock star odioso a la hora de convertir el agua en vino; lo que le pasa a Lázaro después de resucitado. Hay más detalles así de buenos, pero no te quiero arruinar las sorpresas. 
Es evidente, que el director es católico y que su intención no fue la blasfemia o la herejía. La doctrina católica señala que Jesús tuvo doble naturaleza, es decir, fue totalmente humano y totalmente divino. Martín opta por insistir en su parte humana, por eso se entiende que Jesús no esté seguro de quién le habla y no quiera morir en la cruz. Algo parecido a lo que hizo José Saramago en "El evangelio según Jesucristo". Nada grave.
Sin embargo, lo que realmente causó los problemas, fue lo siguiente: mientras Jesús está en la cruz, aparece una rubiecita que lo convence de no morir así. Le explica que Dios probó a Abraham ordenándole matar a su hijo pero no se lo permitió. Lo mismo con él, ya superó la prueba y con eso basta. Jesús baja de la cruz y hace su vida con sexo e hijos. 
Los sacerdotes no soportan que nadie tenga sexo, mucho menos con mujeres y mucho menos Jesús. Puede tener dudas, pero sexo jamás. Al final, un deus ex machina tiene lugar para arreglarlo todo y las aguas vuelven a su cauce. El final se apega al nuevo testamento, pero seguramente los obispos y cardenales no terminaron de verla. Sus mentes no entienden el arte. Tampoco soportan que se ponga en duda la razón de existir de la iglesia y mucho menos que se diga que explotan el miedo de la gente. 
El escándalo hizo que Scorsese se volviera leyenda y ahora nadie quiere recordar esta maravilla. Si pones atención, la cinta destruye las bases del cristianismo revelando dos secretos: 1) Jesucristo nunca existió y 2) La iglesia no tiene razón de existir. Sé que no son precisamente secretos, pero hay gente que jamás ha dedicado medio minuto a pensar sobre el asunto. Si Scorsese hubiera titulado el filme "El sueño de Bryan", hubiera cambiado los nombres de los personajes y hubiera escogido a un actor negro como protagonista, los cristianos ni se habrían enterado de la película o la hubieran visto sin entender nada. 

Fuera del escándalo, merecen mención especial tres cosas: las actuaciones de Willem Dafoe, David Bowie y Harvey Keitel (incluido su tinte de pelo color rojo ladrillo); la música estupenda de Peter Gabriel, el soundtrack es un agasajo; y la fotografía de Michael Ballhaus. Gracias Martin por este filme que estoy seguro nadie en Hollywood quiere recordar. (Ab.)
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