The Two Popes - Fernando Meirelles (2019)

Los dos papas está en Netflix. Dicen que no hay mal que dure cien años, pero la Iglesia Católica lleva más de dos mil. Si ha durado tanto es porque sabe cómo ganar la voluntad y el dinero de los incautos. Está película seguro mejorará su imagen y logrará conmover a muchos. Pero no hablaré ahora sobre los efectos nocivos del cristianismo y me concentraré en la película. Lo primero que salta sobre este filme es la música. Incluye canciones de ABBA y The Beatles, pero también incluye rolas como Bésame mucho y Bella Ciao. La selección parece inadecuada pero se siente como un alivio cómico. También llama la atención la incorporación de material documental. Aunque la historia no está contada de manera lineal, hay dos partes: a) la anécdota central que va de la muerte de Karol Wojtyla hasta la elección de Jorge Bergoglio en el cargo de papa; y b) la juventud de Bergoglio y su relación con la dictadura en Argentina. La primera parte tiene la intención de mostrar que ser el sucesor de San Pedro no es cosa fácil, la segunda pretende justificar y perdonar las decisiones de Bergoglio como líder de los jesuitas en Argentina. 
Evidentemente se necesita ser católico o cuando menos cristiano para no reír de las conversaciones de dos viejos que dicen que Cristo les habla. Por momentos parece que fueran los atormentados hijos de un padre ausente que los castiga con su silencio. Aunque las buenas actuaciones de Jonathan Pryce (Bergoglio) y Anthony Hopkins (Ratzinger) son el corazón de este filme, es difícil no pensar en el grado de locura que implica quejarse porque dios es voluble y a ratos aplica la ley del hielo. 
La idea de la cinta es mostrar a Bergoglio como un hombre ejemplar, el salvador de la Iglesia, el verdadero elegido de Cristo que hará las reformas que la institución requiere para estar más cerca de la gente y ayudar a los necesitados. En concreto: es propaganda populista. Lo que jode es que insiste en la añeja idea de que hay un hombre elegido por dios para hacer su voluntad en la Tierra y pastorear a sus ovejas.
Lo más nefasto es que el material documental muestra el fanatismo de la gente. Creen que un hombre en el momento de ser elegido como vicario de Cristo asume ciertos superpoderes. Un hombre nunca deja de ser un hombre. Evidentemente hay hombres más o menos capaces pero siguen siendo este animal pseudo inteligente y soberbio que todos somos. 
El final del filme muestra a los dos papas viendo la final del mundial de 2014, cada uno apoyando a su selección y haciendo juicios parciales como un tronco común. Lo que la película deja ver es que Ratzinger es más cabrón que bonito, llegó a la cima, vive como rey y ya no se preocupa por nada.  Un aplauso para ese cabrón ambicioso que sabe utilizar el fanatismo de Bergoglio mientras él descansa. 
La película es entretenida, tiene buenos diálogos, buena producción, buena fotografía y ritmo, incluso me dieron ganas de volver a la Capilla Sixtina. El único pero es que se  trata de propaganda. (Ab.)
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