The Art of Self-Defense - Riley Stearns (2019)

El arte de defenderse es una excelente comedia que se mueve en una frecuencia diferente. La historia es lineal y sin complicaciones. Casey, un miedoso hombre joven, delgado e independiente interpretado por Jesse Eisenberg, es atacado en la calle por unos motociclistas. El ataque lo manda al hospital y al salir se siente tan inseguro que busca un apoyo para continuar con su vida. Lo primero que intenta es comprar un arma, pero debe esperar una semana para que le entreguen la pistola. De vuelta a casa, decepcionado, pasa frente a una escuela de kárate, entra y decide tomar una clase. Eso cambia el rumbo de su vida. El sensei y una alumna toman interés en él y lo ayudan a tomar un camino que lo llevará a superar sus miedos. Esta cinta es un The Karate Kid (1984) con una alta dosis de humor negro y crítica social.

Mientras las lecciones de defensa personal avanzan todo es hacer leña de los estúpidos conceptos de lo masculino. Es decir, por una parte el filme muestra a Casey con una inseguridad patológica, la necesidad de superar el trauma del ataque y de defenderse de las agresiones cotidianas. En contraste, presenta a un montón de tarados que basan su masculinidad en la fuerza física, en la agresión y en la misoginia que raya con la homosexualidad. Como punto de equilibrio presenta a Anna, una joven cinta café, que imparte clases a los niños. Ella protegerá a Casey y se convertirá en su aliada.

La película se apoya en lo políticamente incorrecto, pero sólo para hacer reír y pensar. Por ejemplo, uno de los personajes dice con absoluta seriedad: Las mujeres jamás podrán ser hombres. Ante ese tipo de expresiones no queda más que reír. Es evidente que una mujer sana no desea ser un hombre ni lo considera su meta. Es obvio que ningún proceso ha podido transformar a una mujer en un hombre, ni viceversa. Es evidente que hombres y mujeres somos diferentes física y mentalmente, eso es natural, feliz y maravilloso. 
En consecuencia, es estúpido que el personaje piense que la mujer es inferior. Sólo una mente enferma puede pensar que una mujer es menos valiosa que un hombre por tener menor fuerza física y menos agresividad. Estos hombres se complacen en la compañía de otros hombres y se sienten muy hombres por darse masajes. Si eso es ser un macho, doy gracias a dios de no ser uno.
El humor de este filme no pasa sólo por allí, hay prejuicios absurdos como el de la música. El sensei recomienda a Casey escuchar heavy metal para que se vuelva rudo. La música o el ruido no tienen nada de masculinidad ni de fiereza ni de criminal. Sin embargo, es evidente la reacción de precaución de una familia frente a la estridencia. La música es música y nadie se va a convertir en asesino ni en macho alfa por escucharla. Lo mismo con los perros, la gente piensa que tener un perro faldero es signo de debilidad y que llevar un dóberman implica fortaleza. Ridiculeces de hombres inseguros que recurren a muletas para vestir su fragilidad. 
Me llama la atención que la película no ataca el color de la ropa o el automóvil. Las cosas son cosas y no transfieren masculinidad ni la roban. Los prejuicios sociales son exhibidos y destruídos en esta cinta. Paradójicamente o quizá como puntilla, el agresivo maestro de karate considera una debilidad portar un arma.
Toda vez que yo sufrí un periodo turbulento en la secundaría que me obligó a aprender a defenderme y que después, en la universidad, tuve la estúpida idea de tomar clases de karate, me atrevo a asegurar que el escritor y director debió tener experiencias similares.
Si bien la crítica a los prejuicios y las falsas ideas de masculinidad son muy entretenidas. La película encuentra  como tema central la necesidad de defenderse. Es decir, hoy en día es aceptado que una víctima nunca tiene la culpa de ser agredida. Pero se cae en el exceso de pensar que vivimos en el paraíso entre almas puras y por ello nadie nunca debe tomar precauciones. Es un exceso, primero porque las precauciones evitan accidentes y ataques. Segundo, porque parten de un supuesto irreal, no todos los seres humanos son respetuosos.
Por otra parte, saber defenderse es una necesidad. Casey fue una víctima y aunque no es culpable de ello, pudo haberlo evitado si hubiera comprado  a buena hora las croquetas de su perro o si hubiera ido en coche al supermercado. Por otra parte, no hay razón para que Casey no esté preparado para defenderse. Los países tienen ejércitos en tiempos de paz. 
En otras palabras, la violencia es el último recurso, pero es legítima. Casey experimenta sus miedos a tope, la violencia le espanta pero al mismo tiempo lo cura. Le brinda la dosis de seguridad que requería para sentirse tranquilo. Obviamente, Casey no es perfecto y cae en el abuso, pero nunca pierde el control y reconoce cuando se excede. No se transforma en un agresor imbécil, se transforma en un hombre capaz de aplicar la violencia sólo cuando es necesario. No sale a decir que la ausencia de planeación sirvió para salvar vidas humanas. (Ab.)
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