Papicha - Mounia Meddour (2019)
La 67 Muestra Internacional de Cine ya empezó en la Cineteca Nacional, de hecho empezó desde el viernes 15 de noviembre. La muestra te permite conocer realidades que difícilmente podrías observar de otro modo. La primera película que veo de esta edición viene de Argelia y me pareció una maravilla. La historia: Una joven, Nedjma interpretada por Lyna Khoudri, que vive en la ciudad universitaria de Argel, en 1990, tiene por sueño ser una diseñadora de modas y decide hacer un desfile con sus diseños. Pero el horno no está para bollos, un montón de fanáticos andan en las calles matando gente para controlar la vida de las mujeres, su ropa, sus gustos, sus estudios, su día a día. Nada nuevo bajo el sol. Hay muchísimas películas que abordan las dificultades que enfrentan las mujeres en los países musulmanes, lo que hace especial a ésta es el oficio que demuestra la directora, un calidez dulce para ver la situación sin hacer víctimas y verdugos. Es decir, el pensamiento occidental tiende a pensar que el trato que recibe la mujer es injusto, pero la directora tiene el cuidado de dar opciones y brindar una salida. Resulta muy importante notar que las mujeres son parte del sistema, ellas acosan a sus compañeras e incluso las más libres son presas de la mentalidad dominante. También las mujeres con autoridad se ven sometidas por la ideología y aceptan con resignación la situación. Si las mujeres sufren, es porque las mujeres también oprimen, el enemigo no es lejano, no vive afuera, duerme bajo el mismo techo y se alimenta de la misma sangre, el enemigo es uno mismo. Por otra parte, aunque se muestran hombres acosadores, fanáticos y cabrones, el novio de Nedjma no lo es. Él le ofrece que se casen y vayan a vivir a París. Allá ella será libre para estudiar y hacer lo que quiera. Nedjma no quiere dejar su tierra y se siente ofendida por la propuesta.
En ocasiones es muy difícil darse cuenta de las cosas que vivimos porque no podemos escapar de la situación, pero verlo en otro país, con otra religión, con otro idioma permite crear el espacio para leer entre líneas. La cultura occidental, las potencias como Francia, Alemania y Estados Unidos, nos han hecho pensar que la vida sólo puede ser vivida de un sólo modo. Que cualquier actividad cobra sentido y vale la pena si la haces en sus territorios, no con tus paisanos.
La película insiste en que la vida es controlada por la mentalidad. La abuela de Nedjma, es cariñosa, vive bien, es feliz, no se siente oprimida por usar cierto tipo de ropa, ni sale a la calle sintiéndose vulnerada. Son las jóvenes las que creen que la vida tendría que ser diferente. Es inevitable preguntarse cómo llegaron a esa conclusión.
Los medios han hecho su trabajo y han implantado la semilla de la ambición. No es suficiente comer bien, vestir bien, dormir bien y tener una casa. Para ser feliz es necesario imitar el estilo de vida occidental. Y desde el momento en que piensas que alguien más es un perdedor, en ese instante en que divides a la gente en ganadores y perdedores, estás jodido. El sistema ya te tragó. Ya quieres ser un ganador, ya quieres cierta ropa, lencería de leopardo por ejemplo. ¿Tus zapatos son italianos? ¿De dónde viene todo lo que consumes y por qué es mejor que otros productos. ¿De dónde sacaste tus fantasías, dónde se alimenta tu mente para imaginar tu vida ideal? ¿Te gustaría vivir en Europa? ¿Sabes si los europeos son verdaderamente felices o sólo crees que lo son?
Nedjma arriesga la vida todos los días por lo que cree que es correcto. Es bueno que haya valientes que estén dispuestos a todo con tal de cambiar el mundo, pero sería bueno que antes de hacerlo piensen bien de dónde sacaron sus ideas.
La película es una gozadera, aunque hay muertes y violencia real, te deja un grato sabor de boca. Hay un asesinato que me sacudió. Estoy acostumbrado a ver muertos y balazos en todas las película sin sentir nada, en ocasiones hasta son graciosos, no es el caso en esta película. La directora tiene tanto oficio que un sólo disparo me impresionó más que diez películas de la Segunda Guerra Mundial. No se la pierdan. (Ab.)
Si te gustó esta reseña rebelde, compártela con tus amigos de ultraderecha.
En ocasiones es muy difícil darse cuenta de las cosas que vivimos porque no podemos escapar de la situación, pero verlo en otro país, con otra religión, con otro idioma permite crear el espacio para leer entre líneas. La cultura occidental, las potencias como Francia, Alemania y Estados Unidos, nos han hecho pensar que la vida sólo puede ser vivida de un sólo modo. Que cualquier actividad cobra sentido y vale la pena si la haces en sus territorios, no con tus paisanos.
La película insiste en que la vida es controlada por la mentalidad. La abuela de Nedjma, es cariñosa, vive bien, es feliz, no se siente oprimida por usar cierto tipo de ropa, ni sale a la calle sintiéndose vulnerada. Son las jóvenes las que creen que la vida tendría que ser diferente. Es inevitable preguntarse cómo llegaron a esa conclusión.
Los medios han hecho su trabajo y han implantado la semilla de la ambición. No es suficiente comer bien, vestir bien, dormir bien y tener una casa. Para ser feliz es necesario imitar el estilo de vida occidental. Y desde el momento en que piensas que alguien más es un perdedor, en ese instante en que divides a la gente en ganadores y perdedores, estás jodido. El sistema ya te tragó. Ya quieres ser un ganador, ya quieres cierta ropa, lencería de leopardo por ejemplo. ¿Tus zapatos son italianos? ¿De dónde viene todo lo que consumes y por qué es mejor que otros productos. ¿De dónde sacaste tus fantasías, dónde se alimenta tu mente para imaginar tu vida ideal? ¿Te gustaría vivir en Europa? ¿Sabes si los europeos son verdaderamente felices o sólo crees que lo son?
Nedjma arriesga la vida todos los días por lo que cree que es correcto. Es bueno que haya valientes que estén dispuestos a todo con tal de cambiar el mundo, pero sería bueno que antes de hacerlo piensen bien de dónde sacaron sus ideas.
La película es una gozadera, aunque hay muertes y violencia real, te deja un grato sabor de boca. Hay un asesinato que me sacudió. Estoy acostumbrado a ver muertos y balazos en todas las película sin sentir nada, en ocasiones hasta son graciosos, no es el caso en esta película. La directora tiene tanto oficio que un sólo disparo me impresionó más que diez películas de la Segunda Guerra Mundial. No se la pierdan. (Ab.)
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