Dronningen - May el-Toukhy (2019)
A este filme le pusieron Reina de Corazones pero debió llamarse "Los weros también lloran". Es parte de la 67 Muestra Internacional de Cine y ya está en la Cineteca Nacional. Confieso que fui a verla porque el corto muestra a una mujer que tiene sexo con su hijastro. Como siempre que me guío por el morbo, el resultado fue una telenovela. Muy bien realizada, con buenas actuaciones, con ritmo y sexo explícito, pero una maldita y estúpida telenovela. La historia es la de Anne y Gustav. Ella es una abogada que trata casos de violencia intrafamiliar que recibe en su casa a Gustav, el hijo adolescente del primer matrimonio de su esposo Peter. El marido es médico, tiene unos horarios muy raros y deja largos ratos sola a su mujer. El chavo es un cabrón enojado que roba y hace locuras por pura juventud. Anne tiene dos hijas y las niñas se llevan muy bien con el recién llegado, de verdad se siente hermanos. Una noche, Gustav tiene sexo con su novia Amanda en la casa paterna. La madrastra los escucha y se pone cachonda. Peter no entiende las señales y no le da su merecido a Anne. Por venganza, la doña Anne y el morro se dan cariño en varias ocasiones. Después viene el secreto y qué hacer con él. ¿Dónde meterlo? Total que tarde o temprano la bomba revienta y resulta interesante ver el resultado.
Nadie necesita ver otra telenovela. Sin embargo, esta película tiene algunas secuencia muy buenas, pienso en:
1) las ramas secas de un árbol que sugieren lo enmarañado del asunto;
2) la hermosa casa limpia que muestra orden y lujo;
3) la revisión del cuerpo ante el espejo;
4) los juegos en el río que son observados por las niñas con cierta distancia;
5) la mano de Gustav sobre el hombro desnudo de Anne que está que no se aguanta;
6) las escenas de sexo super sobrias;
7) el baile sexy de Anne con Tainted Love sonando;
8) las escaleras del juzgado que llevan a las profundidades;
9) la simpleza del choque como presagio.
En otras palabras, la fotografía es cálida, estupenda y sabe dar pausa a las cosas.
La película vale la pena. Lo digo a pesar de que odio las telenovelas. Pero lo más sorprendente o divertido del caso, es que la audiencia no puede evitar sacar el cobre. En la sala de cine, escuché desde comentarios espantados del estilo: ¡Está loca! Hasta reclamos sexuales en susurros: Tú nunca me haces eso a mí.
Supongo que los humanos somos exactamente igual en todos lados. Seamos tostados, blancos, negros, amarillos o pintos, lo que más atrae son las historias cotidianas. Historias que involucran sexo, traición y mentiras. Lo supo Shakespeare. Eso que pasa en cada rincón del mundo, porque todos los changos somos iguales. Quién cree que nunca ha portado cuernos, es tonto, ingenuo o demasiado joven.
Una de mis primeras novias tuvo el buen gusto de decir la verdad cuando me engañó. Ella fue oro macizo, la recuerdo con afecto. Cuántas otras habrán hecho lo mismo, sin tener el valor de confesarlo. Pensamos que evitamos el daño al mentir, yo creo que lo hacemos más grande y más profundo. La calentura es el motor del mundo. (Ab.)
Si te gustó esta reseña cornuda, compártela con el motivo de tu afecto.
Nadie necesita ver otra telenovela. Sin embargo, esta película tiene algunas secuencia muy buenas, pienso en:
1) las ramas secas de un árbol que sugieren lo enmarañado del asunto;
2) la hermosa casa limpia que muestra orden y lujo;
3) la revisión del cuerpo ante el espejo;
4) los juegos en el río que son observados por las niñas con cierta distancia;
5) la mano de Gustav sobre el hombro desnudo de Anne que está que no se aguanta;
6) las escenas de sexo super sobrias;
7) el baile sexy de Anne con Tainted Love sonando;
8) las escaleras del juzgado que llevan a las profundidades;
9) la simpleza del choque como presagio.
En otras palabras, la fotografía es cálida, estupenda y sabe dar pausa a las cosas.
La película vale la pena. Lo digo a pesar de que odio las telenovelas. Pero lo más sorprendente o divertido del caso, es que la audiencia no puede evitar sacar el cobre. En la sala de cine, escuché desde comentarios espantados del estilo: ¡Está loca! Hasta reclamos sexuales en susurros: Tú nunca me haces eso a mí.
Supongo que los humanos somos exactamente igual en todos lados. Seamos tostados, blancos, negros, amarillos o pintos, lo que más atrae son las historias cotidianas. Historias que involucran sexo, traición y mentiras. Lo supo Shakespeare. Eso que pasa en cada rincón del mundo, porque todos los changos somos iguales. Quién cree que nunca ha portado cuernos, es tonto, ingenuo o demasiado joven.
Una de mis primeras novias tuvo el buen gusto de decir la verdad cuando me engañó. Ella fue oro macizo, la recuerdo con afecto. Cuántas otras habrán hecho lo mismo, sin tener el valor de confesarlo. Pensamos que evitamos el daño al mentir, yo creo que lo hacemos más grande y más profundo. La calentura es el motor del mundo. (Ab.)
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