Tokio ghoul es una cochinada que puedes ver en Netflix. La cinta cuenta que existen unos seres llamados ghouls que viven entre los humanos y necesitan alimentarse de humanos. Nosotros, la comida, sabemos que existen y hay una policía especial encargada de controlarlos pero no son buenos en su trabajo. Por alguna extraña razón que no se explica, lo ghouls son tímidos y no andan matando a diestra y siniestra. Es decir, los pocos ghouls que aparecen muestran fuerza y poder suficientes para dar a los humanos el trato que los humanos dan a las vacas. Estos chupasangre tienen extremidades extras, pero en cada uno son diferentes. Puede ser un brazo extensible con punta de acero, unas alas capaces de generar un puño o una especie de ala que lanza espinas. Cosas así, ya captan la idea. A pesar de eso parecen temer a los humanos. Pero además, algunos se niegan a matarnos. ¿Por qué? Los leones no sienten temor ni respeto por la vida de una gacela, se la comen y ya. Los humanos hemos comido por siglos todo lo que brota de la tierra y cualquier cosa que nade, camine o vuele. Pero estos bichos son diferentes. Quieren ser veganos y por eso algunos sólo comen suicidas.
Bajo esas reglas sin sentido, la historia es boba. Un muchacho a punto de ser devorado, es rescatado. Al fulano le habían mordido el hombro y perforado el estómago y a su depredador le cae una plataforma inmensa. Aun así los órganos del depredador son instalados en la víctima, de modo que se salva pero se transforma en ghoul. No quiere comer humano, pero el hambre es cabrona y se une a los otros que trabajan en un café.
Estupidez tras estupidez hasta que hay una batalla final con dos policías y los ghouls ganan. Los efectos especiales son pésimos, las proporciones son estúpidas, las reglas de la física y la biología no aplican, los diálogos son incoherentes, el triunfo absurdo y el futuro incierto. Tonterías mal mezcladas con telenovela. Confía en mí: ¡Huye! (Ab.)
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