Gone with the Wind - Victor Fleming (1939)
Lo que el viento se llevó tiene más de 80 años y sigue fresca. Creo que estaba en la preparatoria, la primera vez que la vi. Era un encargo de algún profesor cuyo nombre no recuerdo. Renté el filme en Blockbuster, eran dos casetes. Intenté verla tirado de panza en un tapete, no lo logré. Me dormí. Tuve que rebobinar y encontrar dónde me había quedado. Terminé con gran esfuerzo sintiendo que había dejado media vida en algo totalmente inútil. Lo que el viento se llevó no significaba nada, no estaba listo. Hace unos meses, Verónica Castro participó en el Tronco Común con el filme Talentos ocultos (2016), pero su primera opción era Gone with the Wind. No pude conseguirla fácilmente y mi recuerdo se convirtió en un obstáculo, por eso escogimos otra película. Ahora, Karla Berenice quiso hablar de ella y acepté sin ganas. El destino insistía y era conveniente ceder. Me negué a rentarla, así que tiré el buscapiés en Facebook y Scarlet Oliva me la prestó. La película dura casi 4 horas. El DVD tiene intermedio y requiere que gires el disco. Respiré profundo y con resignación me senté a ver la cinta. Cuento esto porque muestra que la película es más apreciada por las mujeres.
El cine de antes no era frenético, así que el filme tiene un ritmo pausado. Sólo recordaba dos cosas: 1) dura mucho; y 2) aparecen esclavos y cielos arrebolados. Resumiré la historia. Scarlett O'Hara es la guapa hija mimada de los dueños (irlandeses) de una plantación algodonera llamada Tara en Atlanta, USA. Es 1861, ellos son el sur, viven a todo lujo y utilizan esclavos. La guerra con Lincoln está a punto de comenzar. El filme muestra la vida de una mujer que creció antes de la guerra y vive después de ella. El mundo se transforma y el cambio la afecta directamente. Pasa de tenerlo todo y jamás trabajar a no tener nada. Justo a la mitad del camino jura que jamás volverá a pasar hambre y se levanta. Recupera todo y obtiene más. Lo que guía la trama es su lucha por el dinero, aunque sobran ingenuos que creen estar viendo su vida amorosa.
Scarlett comienza siendo una niña odiosa y berrinchuda acostumbrada a ser la guapa del pueblo que atrae a todos los hombres. La suerte de la fea la bonita la desea, así que el pelirrojo capricho de la protagonista, Ashley Wilkes, opta por pedir la mano de Melanie Hamilton. En la fiesta de compromiso Scarlett conoce a Rhett Butler, un tipo con ojo para los negocios y mala reputación, que deduce que el Sur perderá la guerra.
Molesta por perder a Ashley, Scarlett se casa con su primo Charles, hermano de Melanie. Ese esposo morirá enfermo en la guerra sin haber pasado una noche con ella. La madre también enferma y muere al terminar la guerra. El padre muere poco después, a caballo, saltando la cerca como Fernando Soler en No desearás la mujer de tu hijo (1950). (La escena está mejor realizada en la cinta mexicana, pero es evidente la referencia).
Ella se apoya en su nana y en su mayordomo, esclavos negros, cuyo nuevo estatus no queda claro, para sacar adelante la finca y cuidar a Melanie y su bebé. Sin embargo, O'Hara está a punto de perder la plantación y para conservarla se casa con Frank Kennedy. Él aporta el dinero para conservar Tara, pero muere en una tontería y Scarlett queda viuda por segunda ocasión. Entonces Rhett Butler le propone matrimonio. Se casan y la vida sigue. Es una tragedia, un chisme gordo y detallado de señoras de la vela perpetua, pero la cinta está tan bien hecha que entretiene. Una nueva edición podría recortar media hora, pero quizá le robaría el aire solemne.
La vida familiar de Scarlett no es importante, lo interesante es mostrar la contradictoria evolución del personaje. Su fuerte voluntad y su sensación de abandono. Su educación financiera es simple y práctica: La tierra es la única cosa por la que vale la pena trabajar, luchar y morir, es lo único que permanece. La protagonista aprende eso de boca de su padre y jamás se separa de Tara. Scarlett está obsesionada con nunca volver a pasar hambre y es incapaz de ningún afecto. Su vida se organiza para conservar la propiedad algodonera. Los hombres son sólo medios para ese fin.
Aunque por momentos parece estar enamorada todo es actuación. Su amor es la seguridad económica. Y no se permite ninguna vulnerabilidad. Cuando llora, busca algo y generalmente lo consigue. En contraste, Melanie es puro corazón. Es medio inútil, pero nunca se comporta mal y la suerte la trata un poco mejor. El amor a su familia le asegura menos drama. El hambre es madre del ingenio y la creatividad, por eso en ocasiones parece superior al amor. Sin embargo, el hambre provoca una sensación persistente de inseguridad, Scarlett siempre luce insatisfecha, no conecta ni con su hija. El pasto siempre es más verde del otro lado de la cerca para aquellos que utilizan la ambición como fuente de energía.
El contraste entre el crecimiento económico y la supresión de las emociones, es extraño. Scarlett se considera carnada, su belleza es un anzuelo. Cuida su físico y se siente mal por perder su cintura. Es orgullosa y lleva todo al límite. Lo interesante de Melanie es que todo le pasa sin empeñar su autoestima. Una sigue las reglas, la otra no, se complementan. Una escena interesante es el regreso de Ashley de la guerra. Melanie y Scarlett están juntas y ven a un hombre acercarse. Scarlett ve una boca más que alimentar, pero la esposa reconoce al hombre. No alcanza a ver el rostro, identifica su andar. Melanie ama de verdad a ese herido tambaleante.
Los hombres en esta historia son relleno. Rhett es bueno para los negocios, podría vivir sin complicaciones. Pero es un simplón que se enamora de la belleza de una mujer. La conoce bien, sabe quién es, pero quiere rescatarla. Fracasa miserablemente. Es fácil caer en esa trampa. Ashley es un necio que cojea del mismo pie que Scarlett, ve el matrimonio como un compromiso que le pavimenta el camino. Al perderlo todo se siente más atraído por el dinero de Scarlett que por su belleza. De cualquier modo, es tibio y no consuma nada. Conserva su ideal de buen marido y buen padre, porque confía en que Scarlett no le permitirá la pobreza. Cuenta con ella, aunque ella nunca tiene una razón para quererlo.
La película resulta vigente porque la vida cambió con el COVID-19 y todos tendremos que reinventarnos. Vale la pena seguir el ejemplo de otros y, de ser posible, evitar sus errores. Perder la ingenuidad no significa dejar de creer, ni joder a otros. Quiero creer que hay un camino en el que ambas partes de la personalidad quedan satisfechas. (Ab.)
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