Ghost in the Shell - Mamoru Oshii (1995)


“Los espejos y la cópula son abominables, porque 
multiplican el número de los hombres.” 
Jorge Luis Borges

La reciente y muy mala versión de Ghost in the Shell (2017) en que aparece Scarlett Johansson poco se parece al original. No debes prejuiciarte, son cintas muy diferentes. Esta versión de 1995 tiene que más relación con Akira (1988) que con la adaptación del 2017. Volveré a esto más adelante. Primero la historia. Estamos en 2029, en una ciudad más parecida a Hong Kong que a Tokio. Los humanos tienen la capacidad de reemplazar partes de su cuerpo por partes mecánicas y los robots con inteligencia artificial son casi tan comunes como las personas. Al igual que en The Matrix (1999) las personas pueden conectar su cerebro la red, detalle que copiaron los Wachowski al igual que la entrada de cifras verdes en pantalla. La Mayor Motoko Kasunagi vive en un cuerpo totalmente mecánico y forma parte de la Sección 9, un escuadrón policiaco que persigue delitos cibernéticos. Busca al Puppet Master, un hacker que se apodera de los cíborgs para cometer delitos y después los libera. Pero el pirata informático no es humano, es inteligencia artificial que cobró consciencia. Entre persecuciones y balazos descubrimos que la Sección 6 también persigue al Puppet Master.
Aunque en un inicio la película parece entrar en temas semejantes a los que analiza Blade Runner (1982). ¿En qué radica la naturaleza humana? ¿Por qué creemos tener una alma? ¿Tenemos un alma? ¿Qué es la vida? ¿Una máquina puede superar a su creador? ¿Una creación humana puede ser más valiosa que el hombre? Lo cierto es que no se limita. Aunque por momentos parece atorarse en la contradicción entre el sinsentido de la vida y la falsa necesidad de ser inmortal, la película se atreve a analizar la consciencia y la reproducción.
Hay una soledad evidente en el filme. La consciencia es un asunto solitario. El encuentro de un cuerpo idéntico al crio sólo roba un segundo de atención. Pienso, luego existo. Pensar es una asunto privado, existir también. Nadie nos acompaña al nacer ni al morir. Bueno, al menos ningún humano. Supongo que la primera vez que tenemos consciencia nos separamos de todo, nos reconocemos distintos, aislados. Esa soledad nos acompaña por siempre. Somos esto que se percibe a sí mismo separado del todo. Esa consciencia, esa mente, es el fantasma atrapado en el caparazón a que se refiere el título. 
Al inicio dije que este filme es muy cercano a Akira. Me explico. Akira es un niño que se convierte en energía pura y muere para liberarse de su cuerpo. Sin embargo, partes de su cuerpo son congeladas y almacenadas, su espíritu no puede ser totalmente libre mientras que partes de su cuerpo permanezcan cautivas. De modo que Akira vuelve,  resucita, para liberar su cuerpo y poder trascender a un nuevo plano. En Akira todo es orgánico, pero el asunto es liberar la mente para evolucionar.
Lo mismo sucede en Ghost in the Shell de manera mecánica. La mayor Kasunagi está contenida en su cuerpo mecánico, podríamos decir que ya murió y ya resucitó. Lo mismo sucede al Puppet Master, él escapó de su primer contenedor y ha tomado otro cuerpo. Ambos quieren evolucionar, escapar de sus limitaciones físicas. Al mezclarse ambos mueren  nuevamente, renacen en un nuevo ser en un nuevo nivel de evolución. Su mente, su consciencia, venció los viejos limites y experimentan un nuevo modo de existir. 
Alguna vez leí que la consciencia es un error de la biología. Que los humanos jamás debemos despertar. Sin embargo, otras teorías dicen que todo esta vivo, que cada ser y cada célula tiene consciencia porque están habitadas por Dios. Yo creo que la segunda es más cercana a la verdad. Sin embargo, considero cierto que el humano se ha perdido en la impresión de que su mente es el verdadero yo. Pensar que el cuerpo es reemplazable sin afectar la consciencia  me parece absurdo. 
Si la consciencia sobrevive a la muerte, hasta hoy nadie lo sabe. Quizá sólo aquellos que dicen haber reencarnado y que tienen recuerdos de sus vidas pasadas. En todo caso son la excepción y no la regla. Ambas cintas tratan sobre la evolución del ser humano. Plantean que el hombre puede transformarse en un nuevo ser libre de sus limitaciones físicas o puede ser inmortal en máquinas eternamente conscientes. Creo que la fuerza de estos filmes radica en proponer la evolución del espíritu dentro de una sociedad materialista y ridícula.
No creo que ninguna haya dado en el clavo, no son profecías. Los humanos no podemos ser eternos en este universo. Una consciencia duplicada no es vida. La reproducción, lo dijo Borges, es abominable.
Un detalle curioso es que no se explica porque la mayor tiene un cuerpo frondosísimo capaz de alimentar los fantasías eróticas de los adolescentes. ¿Para qué sirve un cuerpo así de metal o porcelana? ¿Se trata sólo de un arma de distracción? (Ab.)
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