Cujo - Lewis Teague (1983)
Aunque todo el mundo hablaba de Cujo, nunca la ví. Saber que se basaba en una novela de Stephen King no era una recomendación, todo lo contrario. Veía sus novelas en los camastros de los hoteles en la playa, los gringos las tenían siempre cerca con las pastas reblandecidas y las hojas desparramadas. Ver los libros maltratados y húmedos me hacía pensar que no debían ser muy buenos. Jamás pensé que para ellos eran libros baratos. Para mí cada libro era una especie de tesoro. Ya en la prepa escuché un poco más de King y sus historias, quizá porque había visto Christine (1983), quizá porque todo el mundo hablaba de El resplandor (1980) y de Carrie (1976). El cine de terror no era mi favorito. Ahora que vi Cujo en Netflix pude identificar un afán moralista bastante insufrible y al mismo tiempo muy descarado. Para quién no haya visto la cinta, la historia es muy simple. Un perro persigue a un conejo y es mordido por un murciélago que le transmite la rabia. El can es un enorme San Bernardo que vive en un lugar a las afueras de la ciudad con una familia de tres integrantes: papá mecánico de autos, ebrio, macho y violento; mamá abnegada y golpeada; e hijo indeciso. Por otra parte, hay una familia integrada por: padre exitoso, publicista cornudo; madre rubia e infiel, sancho idiota y greñudo; e hijo chillón que teme a los monstruos del clóset (quizá el sancho también lo vacunaba).
Las historias se cruzan para que el perro Cujo, castigue a los miembros gandallas de ambas familias. Es decir, al macho golpeador y a la esposa infiel. El chamaco chillón también es maltratado, pero se entiende que es tan joven que su sufrimiento es refuerzo del de su madre. Para disfrazar el asunto del castigo a la mujer infiel, Cujo se come otro par de hombres, pero ellos son intrascendentes, no sabemos nada de su historia.
La película envejeció mal. Primero porque el perro vive con catsup, mayonesa y mostaza en el cuerpo. Es un hot-dog asesino. Segundo, porque el afán moralista es super obvio y distrae de la acción. Además, la rubia no se arrepiente, los espectadores saben que su sexo extramarital causó esta tragedia, pero ella no se entera. Para colmo, al final, ella queda como heroína. La rubia es más cabrona que bonita.
El guión es muy predecible. Cada cosa que sucede es un cliché. Incluso la resurrección del perro es absurda. La mujer había luchado cuerpo a cuerpo con el can y le había clavado una estaca en el corazón. Pero este perro es más loco que un vampiro y vuelve de la muerte para atacar a una mujer armada.
Otra cosa que me distrajo mucho es que el cornudo trajera un Jaguar rojo convertible y su esposa un pinchurriento Ford Pinto. Ese pinche coche era para olvidarlo en un centro comercial o tirarlo a un barranco, no para llevarlo a arreglar. No sé que pensaron en el pasado de Cujo, pero hoy es divertida de tan mala. (Ab.)
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