Hôhokekyo tonari no Yamada-kun - Isao Takahata (1999)
Mis vecinos los Yamada está en Netflix. Esta película no se parece a nada de lo que había visto del Studio Ghibli. La animación me parece minimalista, un tanto explosiva o apresurada, y la trama no es propiamente una historia. Son una serie de viñetas que presentan la vida de una familia japonesa de ciudad. Los integrantes son: a) la abuela Shige, mandona pero con buen corazón; b) el padre, Takashi, quizá un vendedor, demasiado feo, fuerte y formal para su familia, que está siempre cansado y que nunca logra lo que quiere; c) la madre, Matsuko, una señora hedonista, floja y olvidadiza que no parece muy interesada en sus hijos o en su esposo; d) el hijo mayor, Noboru, mal estudiante, siempre con hambre o sueño, interesado en el dinero; e) la hija, Nonoko, quizá la más lista de la familia, sin líos, ligera, cuyo nacimiento es similar al de la princesa Kaguya (el director de este filme dirigió posteriormente El cuento de la princesa Kaguya), y f) el perro Pochi, que no hace gran cosa y ni siquiera juega con sus amos, parece ser sólo un testigo de sus tonterías. La cinta resulta interesante porque muestra una familia muy tradicional en cuanto a sus integrantes, pero lejana al ideal de armonía. Ejemplo de ello es la secuencia en que los padres luchan por imponer el programa que quieren ver en la TV. Esa secuencia también es, quizá, la más divertida. No sólo por lo cotidiano del asunto, también porque la abuela invita a los nietos a pasar un buen rato a costa de sus padres.
Mi familia nuclear es semejante a la presentada y quizá por eso disfruté mucho de ver esta cinta. La secuencia en que se pierde la niña es simplemente magnífica. Todos los padres han perdido a un hijo en un centro comercial. La disfruté porque se sostiene en el brindis de una vieja en la boda: cuidar a los niños no es la gran cosa, crecen sin ayuda, y hasta un par de perdedores pueden salir adelante si se mantienen juntos.
La película no cae en los clichés de la familia ideal. De hecho hace énfasis en que cada integrante ve por sus propios intereses, en su pereza y en la constante confrontación. Me llegó mucho la secuencia en que padre e hijo juegan a lazar la pelota de beisbol. Mi padre nunca fue tan loco como para querer enseñarme las señas, pero sí intentó mostrarme como tirar una curva o un screwball.
La familia Yamada es japonesa, pero podría ser de cualquier parte del mundo. Las cosas que la distinguen tienen más que ver con detalles del entorno como la comida, los decorados y la costumbre de quitarse los zapatos al entrar a casa. La animación cuida cada momento e incluye aspectos clásicos como las cortinas cortas Noren a la altura del dintel de la puerta.
Si bien la cinta trata sobre el día a día de una familia occidentalizada, también incluye haikús (poemas) que supongo son famosos en Japón. Matsuo Basho (1644 - 1694) es el autor de algunas de estás frases, por ejemplo: Qué cruel, un saltamontes atrapado bajo el casco de un guerrero. Otro autor citado es Yosa Buson (1716 - 1784): El océano en primavera, el dulce mecer de las olas, todo el día. Evidentemente mi traducción no respeta la métrica. La estructura del Haiku es de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Este tipo de poesía me parece muy cercana al budismo zen, creo que busca lograr la iluminación a través de la contemplación de lo mágico de la naturaleza.
Debo decir que las poesías son presentadas de manera apresurada y no es posible procesarlas. No hay tiempo para relacionarlas con los hechos y comprender su significado. Tendré que ver nuevamente la película para poder entender por qué son presentadas en cada momento. Combinar la poesía y la vida corriente de la ciudad me parece la gran cosa.
Quizá no sea la mejor película del Studio Ghibli, pero sin duda es representativa de la vida familiar y por ello es fácil sentirse identificado y descubrir que todos los humanos son semejantes. (Ab.)
Si te gustó esta reseña de lento entendimiento, compártela con alguien listo.
Mi familia nuclear es semejante a la presentada y quizá por eso disfruté mucho de ver esta cinta. La secuencia en que se pierde la niña es simplemente magnífica. Todos los padres han perdido a un hijo en un centro comercial. La disfruté porque se sostiene en el brindis de una vieja en la boda: cuidar a los niños no es la gran cosa, crecen sin ayuda, y hasta un par de perdedores pueden salir adelante si se mantienen juntos.
La película no cae en los clichés de la familia ideal. De hecho hace énfasis en que cada integrante ve por sus propios intereses, en su pereza y en la constante confrontación. Me llegó mucho la secuencia en que padre e hijo juegan a lazar la pelota de beisbol. Mi padre nunca fue tan loco como para querer enseñarme las señas, pero sí intentó mostrarme como tirar una curva o un screwball.
La familia Yamada es japonesa, pero podría ser de cualquier parte del mundo. Las cosas que la distinguen tienen más que ver con detalles del entorno como la comida, los decorados y la costumbre de quitarse los zapatos al entrar a casa. La animación cuida cada momento e incluye aspectos clásicos como las cortinas cortas Noren a la altura del dintel de la puerta.
Si bien la cinta trata sobre el día a día de una familia occidentalizada, también incluye haikús (poemas) que supongo son famosos en Japón. Matsuo Basho (1644 - 1694) es el autor de algunas de estás frases, por ejemplo: Qué cruel, un saltamontes atrapado bajo el casco de un guerrero. Otro autor citado es Yosa Buson (1716 - 1784): El océano en primavera, el dulce mecer de las olas, todo el día. Evidentemente mi traducción no respeta la métrica. La estructura del Haiku es de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Este tipo de poesía me parece muy cercana al budismo zen, creo que busca lograr la iluminación a través de la contemplación de lo mágico de la naturaleza.
Debo decir que las poesías son presentadas de manera apresurada y no es posible procesarlas. No hay tiempo para relacionarlas con los hechos y comprender su significado. Tendré que ver nuevamente la película para poder entender por qué son presentadas en cada momento. Combinar la poesía y la vida corriente de la ciudad me parece la gran cosa.
Quizá no sea la mejor película del Studio Ghibli, pero sin duda es representativa de la vida familiar y por ello es fácil sentirse identificado y descubrir que todos los humanos son semejantes. (Ab.)
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