Tigertail - Alan Yang (2020)

Cola de tigre está en Netflix. No es una película de grandes acciones y batallas. No hay tigres, ni colas de tigre involucradas. El título se refiere a un lugar, pero sirve como imagen. La cola es el pasado, las rayas los errores o los momentos significativos. La cinta se sumerge en los recuerdos de un hombre nacido en Taiwan que emigra a Gringolandia y durante su vejez analiza su pasado y arregla las cosas que le molestan. Es una película de madurez. El protagonista no busca cambiar radicalmente, simplemente hace las paces con su pasado. Si las decisiones que tomó fueron acertadas o no, eso no es pretexto para no seguir viviendo. Conectar con su infancia, su juventud y sus afectos es importante. Tener una relación con su hija no es una tarea imposible. Dicen que: no hay otra patria que la infancia. Es decir, la infancia es el destino, lo que aprendemos en esos momentos marca la ruta que la vida toma. Ese mensaje es muy claro en la película. "Llorar no arregla nada" se convierte en el lema de la familia, en la herencia que se transmite, en una carga o una herramienta. El afecto por la tierra y el modo de expresar amor por otros tiene hondas raíces en la infancia. Si con el tiempo acumulamos secretos, ellos no pueden desconectar nuestra versión infantil, nuestras convicciones profundas. 
Estamos en deuda con lo que fuimos, el pasado no suelta ni olvida. El pasado exige ser mirado. No se puede avanzar sin resolver los nudos que dejamos atrás. En la película vive una sensación de calma estoica. Una secuencia muy significativa es ver al hombre abrir y cerrar la misma puerta una y otra vez. Al observarlo parece ridículo, sin sentido, sin futuro, pero todos hacemos lo mismo todos los días. 
El mito de Sísifo se reproduce en cada ser humano. Mientras hacemos lo que tenemos que hacer, la vida pasa. Disfrutar nuestro hacer, darle sentido, llenarlo de significado, esa es la tarea. Terminará tarde o temprano, así que es necesario corregir y reparar en la medida de lo posible.
Esa gente que dice "para atrás ni para agarrar impulso", son bienintencionados pero fanfarrones. Se condenan a empujar una bola de mierda cada vez más grande. Aceptar los errores es parte de la vida. Negar los errores es el auto engaño. Errar es humano. Es de sabios cambiar de opinión.

Vas a vivir contigo cada día de tu vida. Más vale trabajar en tener satisfecha a la bestia, en no quedarse con nada. Creo que esta película es un buen ejemplo de esa actitud. Los fracasos son inevitables, tirarse al drama es opcional. 
Además, el filme muestra las costumbres de la gente de Taiwan, su modo de entender la vida y contrasta las relaciones de pareja en dos generaciones. La neurosis se transmite, las falsas expectativas también. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es el amor? Estás preguntas son hechas con dulzura y sin imponer respuestas. De lo mejor que he visto entre los originales de Netflix. Si quieres ver acción y aventura, busca otra cosa. (Ab.)
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