Kaguyahime no monogatari - Isao Takahata (2013)

El cuento de la princesa Kaguya basta y sobra para darse cuenta de que Japón es un mundo aparte. Aunque se trata de una película de animación de los estudios Ghibli, tiene un estilo totalmente distinto a los filmes de Miyazaki. La cinta se basa en "El cuento del cortador de bambú", un relato japonés del siglo X. Este filme engancha por su fantasía desbordada, lo veloz de su inicio y por la belleza de las imágenes que parecen hechas con acuarela y  carboncillo. Además, para la película, Joe Hisaichi compuso una música que resulta muy digerible y agradable para los oídos occidentales pero que conserva una fuerte carga tradicional japonesa. Su historia, que parece una leyenda del origen del ser humano, es la de un leñador que encuentra a una diminuta princesa en un tallo de bambú. La lleva a casa y cuando se transforma en un bebé, él y su esposa deciden criarla como si fuera su hija. La bebé crece tan rápido como el bambú y hace amistad con los niños del pueblo. Mientras tanto, el leñador encuentra tesoros en los bambúes y decide educar a la niña como si fuera una princesa. Aunque ella es feliz en el campo, deciden separarla de sus amigos y llevarla a la ciudad para presentarla a los nobles de la comunidad. No cuento más porque se trata de un cuento tradicional, así que son necesarias algunas pruebas y moralejas.
La niña tiene el don de estar en armonía con animales y plantas, toda la naturaleza responde a su carismática presencia. Además es talentosa para hacer música y dibujar, sabe tejer y bailar. Mientras más se aleja de la naturaleza más triste y perdida se siente. Los hombres se enamoran de su belleza y mientras más la desean, más ganas tiene de morirse. 
El origen de la princesa y su misión en el mundo serán revelados casi hasta el final. El mensaje sobre la naturaleza egoísta del amor y de los seres humanos no se hace pesado, ya que hay mucho trasfondo en lo que deseamos los hombres y las mujeres de una relación de pareja. 
La filosofía budista se cuela en el filme. La rueda del dharma aparece de manera natural en las imágenes. Algunos símbolos son evidentes, otros no tanto. Incluso en las escenas finales los dibujos aceptan trazos que parecen chinos e indios.

Los humanos hemos perdido el camino y nos entretenemos con pensamientos estériles que nos alejan de cumplir nuestra misión en el mundo. Si somos hijos de dioses, si venimos del espacio, por qué somos incapaces de recordar o descubrir la belleza de la vida. La libertad parece desperdiciada. (Ab.)
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