Honey Boy - Alma Har'el (2019)

Honey Boy: un niño encantador es un buen filme que no logra cerrar con fuerza ni convencer por completo. El guión autobiográfico de Shia LaBeouf examina la mala relación entre padre e hijo, James y Otis. El macho proveedor, payaso de rodeo, se siente castrado por su hijo y atado a él. No hay una madre cerca y Otis la sustituye pagando por compañía femenina. El padre no soporta la idea de que su hijo sea quién pague las cuentas y por eso odia hacer su vida al cuidado del niño. Hay algo perturbador en que un hijo gane dinero y pague por cuidados paternos que deberían ser gratuitos. Al mismo tiempo, el sacrificio de empeñar la vida adulta en el desarrollo de un hijo se muestra como una carga insoportable. Ellos no conocen otras opciones. El maltrato corre en ambos sentidos. Las expectativas de ambos son extraídas de la televisión, sus ejemplos son peonajes de televisión. No hay distancia entre la vida real y la pantalla. 
Noah Jupe hace un gran trabajo, lo ha hecho en un montón de filmes, Wonder (2017), Suburbicon (2017), A Quiet Place (2018) y Ford v Ferrari (2019) por ejemplo. Comparado con su trabajo, el de Lucas Hedges, en el mismo personaje un poco mayor, parece rústico. Shia LaBeouf pone todo en el asador y a pesar de la buenas actuaciones me distraje. Hay algunos momentos en que la película alarga demasiado las escenas y el hilo narrativo pierde tensión. 
Supongo que por eso tuve tiempo de sorprenderme con la aparición de Laura San Giacomoen plan de psicóloga terapista, la misma actriz que compartía un departamento  con Julia Roberts en Mujer Bonita (1990). Honey Boy es una historia real y sirve para extraer los fantasmas de los implicados, pero no logra conmover. Quizá era necesario dotarla de un final ficticio alucinante. Quizá Lucas Hedges no parece el mismo niño listo que solía ser, el personaje pasa de ser un niño listo a un adolescente borracho e idiota. Entiendo la crisis que provoca el dolor pero no la imbecilidad de la destrucción.
Quizá faltó tiempo para explicar los procesos adolescentes. Posiblemente Shia prefirió omitir toda la mugre de esa etapa o piensa que la conocemos. El filme arranca bien, camina bien y termina perdiendo el rumbo cerca del final. La poesía inicial se derrumba en la tontería y parece que el guionista se acobardó y cedió ante su propio ego. Nadie disfruta de exhibir sus errores. (Ab.)
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