Okja - Bong Joon Ho (2017)
El filme inicia como un cuento de hadas y crece como un monstruo para hacernos mirar directo al espejo. Con mucho tacto pero sin que le tiemble la mano, el director muestra la hipocresía de nuestra sociedad. No sólo con los animales, también entre nosotros.
La niña logra salvar la vida de su amiga/mascota. Pero es un animal entre miles de seres que sienten y piensan. Cualquiera que haya tenido un perro sabe que los animales son inteligentes y que tienen sentimientos parecidos a los nuestros, quizá incluso idénticos o mejores. Resulta ilógico que cuando somos consumidores neguemos esa inteligencia y sensibilidad a las vacas, los cerdos y los borregos. Es decir, sabemos que sufren, pero preferimos no ver lo que nos resulta incómodo. Los humanos somos monstruos.
No podemos negar, los otros animales tampoco lo niegan, que debemos alimentarnos y con ese fin matamos. Así está hecho el mundo. Pero los humanos abusamos. Sometemos al ganado a condiciones terribles mientras disfrutamos su carne. ¿Podríamos ser más empáticos? Creo que sí.
Somos doble cara. Decimos que el maltrato animal es terrible, pero no hacemos leyes que lo castiguen. Todo el mundo quiere sus tacos, pero los mismos que sin pudor cenan una arrachera se dan golpes de pecho y juzgan las corridas de toros. Los rastros no son sitios vacacionales para el ganado. Las vacas saben que van a morir y sufren.
Cada quién en su consciencia. Yo prefiero limitar mi consumo de carne y asistir a los toros de vez en cuando, que fingir que la tauromaquia me repugna y cenarme diario dos de bistec y tres de pastor con todo. Volviendo a la película, el director sabe jugar con las emociones del espectador. Es un cabroncito hecho y derecho, muy talentoso, que hace cine de calidad y se burla de la naturaleza humana en muchos niveles. (Ab.)
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