Climax - Gaspar Noé (2018)

Gaspar Noé se hizo famoso con Irreversible (2002). Esa película es cruda, difícil y muy provocadora. No la he visto recientemente pero sé que jamás olvidaré la secuencia de la violación en el túnel. Esa secuencia no era su única virtud, la edición era extraordinaria y el desenlace era salvaje. Además los chismes de la pareja protagónica,  Monica Bellucci y Vincent Cassel, ayudaron al éxito del filme con toneladas de publicidad. Si por alguna razón no la han visto, se las recomiendo. Con ese trabajo, el director entendió que la provocación y el escándalo llevaban gente a las salas de cine y en Climax pretende hacer lo mismo. Gaspar Noé jamás podrá superar lo que hizo con Irreversible y es una pena que no intenté otra formula. Climax copia muchas cosas de Irreversible, entre otras, la cámara girando y los fondos de un rojo oscuro. 
Climax inicia con una mujer arrastrándose en la nieve. La sangre sugiere que ha escapado de algo terrible. Después pone los créditos y tras ellos muestra una serie de entrevistas a bailarines con la finalidad de presentar a los personajes. Te puedes hacer una idea con el corto. 
De allí pasa al ensayo en el que cada participante tiene un momento para demostrar su destreza como bailarín. Esa secuencia es muy interesante y  disfrutable. La coreografía termina y se transforma en una fiesta. La sangría alterada con LSD hará que las cosas se salgan de control. 
Las provocaciones van subiendo de tono hasta que una falla en el sistema eléctrico mata a un niño y al filme. Lo que sigue es tontería tras tontería y, aunque se espera que el espectador esté cada vez más aterrado, me aburrí mucho y no pude dejar de pensar en lo cobarde que resulta  sugerir aquello que se debe mostrar.
Si se quiere utilizar la provocación, lo menos que puedes hacer por el público es permitirle gozar con su morbo. Los detalles de lo supuestamente desagradable deben ser expuestos con claridad. 
Climax esconde la orgía y las muertes, la cámara se la pasa de cabeza mirando al piso entre penumbras enrojecidas. De pronto es posible observar unas nalgas, unas piernas, migajas de un coito y una muerte. Nada resulta impresionante. 
Gaspar Noé fracasa miserablemente. La experiencia se transforma en algo pesado y decepcionante. Si quieren impactarse podrían ver Belzebuth (2017), Suspiria (2018) o Salò o los 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini. La misma Irreversible es mucho mejor que este hijo tarado del mismo padre. Rescato la música, la coreografía y a algunas bailarinas. (Ab.)

  

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