Vox Lux - Brady Corbet (2018)

Vox Lux: el precio de la fama es un película horrible que deberías evitar. No obstante, si vas a verla tienes que poner atención. El filme recopila todos los clichés de la fama, pero no lo hace para contarte una historia, sino para ponerte a prueba. La película es una especie de reto para el espectador, es una pregunta tácita que debes deducir del  filme. La pregunta es muy simple:  ¿Te gusta la mierda? Explico mi lectura. La historia nos muestra a Celeste, una niña que aprovecha un momento violento y su estatus de víctima para cantar un canción horrible. Ella dice que no desea ser cantante y bailarina. Es Eleanor, su hermana, la que tiene esa meta y escribe canciones. Sin embargo, al tener la atención de la gente y aparecer en TV, alguien la descubre y le muestra el camino para ganar fama y dinero. Celeste y Eleanor son hermanas nacidas en una buena familia cristiana. Ante el público son la encarnación de lo políticamente correcto, aunque a puertas cerradas son como cualquier otra adolescente. Tienen ganas de experimentar. ¿Hay algún cliché más grande? 
Sí, hay muchos más. Son lugares comunes: la supuesta traición de la hermana con el representante; el embarazo juvenil; el alcohol y las drogas; el público y los paparazzis incapaces de respetar la intimidad del artista; la venganza sexual; y vender el alma al diablo. Mientras esta colección barroca se nos muestra en pantalla, hay pequeños detalles que deberías detectar. 
Las alusiones a Madonna, Katy Perry y los espectáculos de Victoria's Secret están allí y no son gratuitos. La pista más evidente es que Celeste, el personaje de Natalie Portman, nos dice abiertamente que mientras peor hace las cosas más éxito tiene; ella no quiere que la gente piense mucho, sólo quiere que el público se sienta bien.
Esa filosofía barata se nota en el espectáculo con el que cierra el filme. El vestuario es un estúpido mameluco tejido, repleto de brillos, que hace que el cuerpo de Natalie Portman parezca un pollo desplumado dentro de un costal. Su maquillaje es grotesco y su peinado parece estar hecho con merengue. 
La música es un sonsonete que imita el ritmo cardiaco y las letras son incoherentes. Los bailes son tablas gimnásticas de secundaria y la escenografía son miles de luces que escupen palabras sueltas. En resumen, las luces y gritos del título, una mierda absoluta que has aprendido a apreciar, desear y adquirir. Exactamente igual que toda la película.
Es decir, el filme captura tu atención a través de violencia, no hay creatividad, y cada vez que te aburres y estás a punto de salirte de la sala, hay un poco más de violencia o sexo, o una explicación de Willem Dafoe que suena muy profunda. Te enderezas en el asiento y te quedas para ver algunas lagrimas y música y gritos y luz. Al final es evidente que acabas de ver una película de mierda, cuyo único propósito es cuestionarte. ¿Te gusta la mierda? 
Mi respuesta es no. Reconozco el ingenio, o quizá el descaro de recurrir a todos los lugares comunes de la estrella pop, sólo faltó que se rapara; pero invertir dos horas y además pagar por ello me parece un insulto.
Si deseas pagar por esta cinta, debes saber que no sólo es una gran pila de basura que busca ser inteligente, también es aburrida. De cualquier modo, debo reconocer que Natalie Portman logra una actuación con la cantidad exacta de ridiculez. Por otra parte, me dio gusto ver en pantalla a Jude Law y a Stacy Martin, la joven Joe de Nymphomaniac (2013). Quedan advertidos. (Ab.)



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