Lazzaro felice - Alice Rohrwacher (2018)

Gracias a Netflix, y a la recomendación de Tania Hernández Velasco, vi y puedes ver Happy as Lazzaro o Lázaro feliz. Esta es la maravillosa historia del último hombre bueno sobre la Tierra. La Inviolata es un pueblo italiano que quedó aislado del mundo y cuyos habitantes parecen vivir en la Edad Media trabajando para la Marquesa. La primera parte de la película se centra en mostrarnos una vida idílica. Los campesinos trabajan y viven en comunidad, la propiedad privada es muy relativa pero incluso los viejos incapacitados son cuidados y forman parte importante de la convivencia. Lázaro es un hombre joven que se dedica a ayudar a los otros habitantes del pueblo. Él sólo tiene a su abuela, no conoce a sus padres, ni siquiera parece preocuparle eso. El resto de los campesinos abusan de su nobleza. A pesar de ser fuerte y ayudar a todos, Lázaro es el eslabón más débil de la cadena. Está vivo, satisfecho, trabaja y no cuestiona si eso es bueno o malo. Así como los campesinos abusan de Lázaro, la marquesa De Luna abusa de todo los habitantes de Inviolata. La fragilidad del engaño pasa por el miedo al lobo, un lobo viejo y decrépito incapaz de cazar o hacer daño que vive de su reputación. La patrona mantienen engañada a la gente hasta que su hijo finge su secuestro y una niña llama a la policía. El orden de las cosas cambia pero no se rompe. Los campesinos quedan libres y no saben qué hacer con su libertad. No, no es una clase de historia, es la trama de este filme. La marquesa será castigada pero ya hay un sustituto que conoce la importancia de hacernos sentir libres.
Para nosotros es más real el dinero que la comida, el refugio o la felicidad. Aunque la solución está delante de nuestra nariz, tenemos miedo, estamos presos en nuestros pensamientos. Somos incapaces de romper el molde y de volver a lo simple. Disfrutamos del engaño aunque nos esté matando de hambre.  
Si en algún momento fue revolucionario decir "Dios ha muerto", hoy lo lógico sería decir "el hombre ha muerto". Hemos perdido todo contacto con la naturaleza y preferimos comer cualquier mierda empaquetada que tomar una fruta de un árbol. 
Este relato, que viaja acompañado de Thomas Hobbes y San Francisco de Asís, es pura poesía disfrazada de desencanto. Ya nadie sigue al flautista de Hamelín, sólo su música y sus buenas intenciones. Ninguna buena acción quedará impune en este sistema que nos mantiene en la carrera de la rata a la que se refiere Robert Kiyosaki. No se la pierdan. (Ab.)



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