Black Mirror: Bandersnatch - David Slade (2018)

¿Black Mirror: Bandersnatch es una película? Esa es la primera pregunta que uno se hace al ver este experimento. En mi opinión esto no es un videojuego, es un experimento que confirma una tesis al tiempo que la desacredita. Tampoco es una película. Me explico. La idea de Bandersnatch es clara y está enunciada abiertamente dentro del producto: ¿es posible hacer creer al espectador que está decidiendo libremente la trama? La respuesta es un rotundo sí que se arruina con la posibilidad de elegir otro final sin necesidad de salir del juego. Al principio, bajo la premisa de estar viendo un filme, opté por no cambiar la opción previamente seleccionada por Netflix.  De hecho, permití que avanzara sin mi intervención porque pensé que no cambiaría el resultado. Tras una media hora en que la opciones preseleccionadas me mostraban un resultado cerrado que  devolvía la historia a la interrogante previa y cambiaba de opción para avanzar, ya me había aburrido. Me parecía interesante, pero nada más. Me desesperé y entonces comprobé que cambiar la opción hacía avanzar muy rápidamente la acción y pronto, menos de cinco minutos, llegué al final.  Y allí torció la puerca el rabo. El final me daba la opción de ver los créditos o de regresar a un cuestionamiento clave. Obviamente no ví los créditos;  volví a la bifurcación y experimente la opción antes desechada. Llegué a un nuevo final, totalmente distinto al anterior, un poquito incongruente, pero aceptable y allí llegué a los créditos.
Me sentí burlado. Yo no soy aficionado a los videojuegos y una de las razones para no serlo, aparte de la torpeza innata de mis dedos, es que me parecen tramposos, por la misma razón que Bandersnatch es tramposa. Todos los resultados están previstos por el diseñador y se trata más de encontrar el mejor camino para salir de un laberinto que de una recreación de la realidad. 
La diferencia entre el videojuego y este experimentos es que el videojuego implica, hasta cierto punto, un ejercicio de memoria y destreza. En contraste, Bandersnatch sólo requiere paciencia.  No sé cuántos finales hay y no me interesa. No sé qué tipo de perfil psicológico se requiere para engancharse en este experimento, pero yo no lo tengo. 
El personaje principal me pareció desagradable y la ambientación me repelió. Para mí es un mal híbrido entre Harry Potter (2001), Matrix (1999) y Slumdog Millionaire (2008). No me gustó y no lo recomiendo. Este tipo de experimentos no son el futuro del cine. (Ab.)

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