Fleuve noir - Erick Zonca (2018)
Sin dejar huellas es un filme policiaco que tiene más en común con la obra de Franz Kafka que con esclarecimiento de una desaparición. Aparentemente la historia central es la de un policía que intenta encontrar a un adolescente desaparecido. Las hipótesis sobre la ausencia del chico pasan por teorías de conspiración islámica, homosexualismo y simple rebeldía. La investigación es tan sólo el pretexto para mostrarnos a Vincent Cassel interpretando al Comandante Visconti, una especie de Santa Claus, alcohólico y sin hogar, que se encuentra atrapado en una prisión que él mismo ha construido.
Cassel cubierto por una espesa barba y una gabardina mugrienta, va por la vida derrumbándose. Tiene problemas con su hijo que ha sido detenido por venta de drogas, pelea por teléfono con su ex, frecuenta prostitutas, bebe a todas horas, cojea, tiene problemas de autocontrol, conserva su trabajo por obra y gracia de la inercia burocrática y, aunque se obsesiona con el caso, no logra resolverlo. Todo para indicarnos que carga un vacío existencial que lo tiene atrapado en una espiral descendente.
La única esperanza del Comandante es morir y ni siquiera la muerte parece apiadarse de él. Aunque la intención del director es buena y el final logra evidenciar lo absurdo de la realidad y la imposibilidad de conocer la verdad; la película se hace muy pesada debido a la fotografía oscura y a la opresión de sentir a nuestro protagonista perdido.
Ni siquiera el humor negro logra ser un contrapeso a tanta oscuridad y si la ves después de comer, tendrás que luchar contra el sueño. Para colmo dura casi dos horas en las que no hay una sola cosa agradable en pantalla.
Este viaje al oscuro interior de los humanos es muy ilustrativo, pero requiere de saber el fondo del asunto y no asistir engañado a ver una novela de detectives. Transformar El castillo en película no es una tarea fácil, es un ejercicio kafkiano. (Ab.)
Comentarios
Publicar un comentario