Suspiria - Luca Guadagnino (2018)

Sé que existe una versión de 1977 dirigida por Dario Argento, mas no he tenido la oportunidad de verla. Por lo tanto, me limitaré a hablar de esta versión. Aunque comienza lentamente y la fotografía grisácea se siente pesada, lo que viene después es un banquete visual impresionante. Quienes hayan leído antes este blog saben que el tema de las brujas me parece fascinante. Mujeres poderosas y libres haciendo su voluntad sobre la tierra, eso es un tema sexy. Pues bien, la película nos tira de cabeza dentro de una academia de danza que sirve de centro de operaciones a un grupo de brujas. Una de ellas es Madame Blanc, interpretada por Tilda Swinton. Ella es la que dirige la academia a la que llega la protagonista Susie Bannion (Dakota Johnson con el pelo rojo, intentando sacarse de encima el personaje idiota de las 50 sombras).  
Total que los bailes son rituales que las brujas requieren o realizan por puro gusto para ejercer su poder y capturar nuestra atención. Aparentemente hay tres espíritus o brujas originales, madre oscuridad, madre lágrimas y madre suspiros. Una de ellas, bajo el nombre de Markos está en total decadencia y necesita apropiarse del cuerpo de Susie Bannion. 
En la academia hay una guerra de poder entre Madame Blanc y Helen Markos que pelearán a tres caídas sin límite de tiempo. Será la recién llegada la que decida quién obtiene la victoria. La película recurre a gritos y risas y supongo que eso debería espantar a los hombres, pero me pareció muy estimulante.
Lo que no me gustó es que Tilda varios personajes y al reconocerla estuve esperando la conexión entre ellos. No hagan eso, perderán su tiempo, no hay conexión y el capricho hará que se distraigan.
La trama pasa por el secuestro de un avión y un bombazo y el muro de Berlin pero todo eso nada aporta. El centro es el delirio. Los humanos vivimos gracias a las mentiras, las mentiras moldean nuestra mente y en algunos casos esas tonterías rigen nuestros destinos. 
En estricto sentido creer en Cristo, en las brujas o en el nazismo es la misma cosa. El mismo padecimiento nos lleva comportarnos de modos ridículos y absurdos sin importar el pretexto. En nombre de Jesucristo han muerto muchas más personas que las que mató el Nazismo. La salud mental es una cosa muy frágil. 
En fin, el tema de fondo da para reflexiones profundas y ligeras. La idea central es provocar. El arte es una provocación y en este caso, gracias a dios, la provocación viene vestida de danzas femeninas. Me gustó mucho y quisiera verla una vez más para encontrar todos los detalles que se me escaparon. Búsquenla. (Ab.)


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