Turning Red - Domee Shi (2022)

La directora Domee Shi ya había dado muestra de su talento con el corto BAO (2018) y confirma sus buenas maneras con esta película en la que Meilin, hija de inmigrantes chinos en Toronto, Canadá, tiene su primer periodo y con ello descubre el poder que heredan las mujeres en su familia. Es una historia muy semejante a Encanto (2021), pero más directa y bien hecha. No puedo evitar la comparación porque ambas son de Disney, en ambas hay música y la protagonista colombiana Mirabel es idéntica a Priya la amiga india de Meilin. La música de Encanto es pretenciosa, la de Turning Red es pegajosa. La magia en Colombia es aburrida y en Toronto es divertida. Mirabel es sufrida y carece de carisma, Meilin es fuerte y encantadora. Todo lo que en Colombia es motivo de preocupación, en Canadá es visto con el optimismo de saber que para todo hay solución. Todo, incluso destruir el SkyDome.

Turning Red es una delicia. La mezcla de lo chino y lo canadiense se siente natural. Las niñas son niñas de verdad, su día a día en la ciudad es como el de cualquier persona de su edad: van a la escuela, tocan un instrumento, escuchan música, dibujan, se enamoran y trabajan en el negocio familiar. 

La familia no es la dueña de Toronto, nadie los conoce, ni dependen económicamente de su magia. Son especiales pero se comportan como si no lo fueran. Ocultan su poder porque no les hace falta para ser felices. Quizá Meilin cambia eso.

Esta es una feliz cinta de fantasía, llena de cotidianidad, optimismo y alegría. Ser un panda rojo no es visto como una monstruosidad, es algo natural que puede controlarse. Los padres no ven en peligro su futuro. La niña aunque se espanta, busca la forma de tenerlo bajo control. Quizá sea así para demostrar que las nuevas generaciones hacen las cosas de un modo más libre, menos rígido, más fluido. No lo sé.

Es cierto que la cinta se sube al tren del mame de la mujer poderosa, pero lo hace de manera tan ligera que no cae mal. Además también hace un voto por la familia pequeña, por los hombres que ayudan en la casa y, de manera sutil, por la libertad sexual.

Pero el fondo es algo real. Los hijos no vemos el mundo como lo ven nuestros padres y eso crea conflictos familiares. Ellos saben mucho, pero el camino que ellos recorrieron no es mismo que nosotros tomamos. Y no se trata de desafiarlo todo, sólo de aceptar que cada uno tiene su espacio. Aquí la madre y la abuela aprenden tanto como la niña.

Meilin no acepta renunciar a su panda, tampoco se va de casa, se queda con sus padres ayudando en las tareas diarias del templo y convirtiéndose en un atractivo más de la visita. Sigue siendo una menor de edad que va a la escuela y hace todo lo que hacía antes de conocer su magia. Me encantó esta película, sólo se trata del cambio hormonal y lo que se espera de las niñas en la familia pero lo convierte en pura diversión. No opinaré sobre el doblaje porque la ví en inglés. (Ab.)

Si te gustó esta reseña entusiasta, compártela con una adolescente.