Doraibu mai kâ - Ryûsuke Hamaguchi (2021)


DRIVE MY CAR es una alegre canción de los Beatles, pero esta cinta es más cercana al relato "Tío Vania" de Antón Chéjov que a esa rola. Es una cinta que transmite mucha tristeza pero la usa para encontrar el camino a la paz interior. La primera media hora, antes de los títulos, es muy predecible. Pero apenas son los cimientos. La casa viene después. El señor Kafuku es un actor y director de teatro con una esposa guionista. Su vida sexual sirve como vía para entrar en un trance del que la mujer extrae sus historias. Su vida aparenta total plenitud pero arrastran la muerte de una hija. Tras un hecho doloroso, Kafuku viaja a Hiroshima a montar la obra "Tío Vania" con un elenco que incluye actores asiáticos: japoneses, chinos, taiwaneses y coreanos. El director tiene glaucoma y debe cuidar su visión. La enfermedad es una metáfora de su punto ciego. Tiene un 
viejo Saab rojo que cuida mucho y la compañía de teatro le impone una conductora ya que él pidió que su alojamiento estuviera a una hora de distancia porque disfruta de ensayar los diálogos de la obra en el auto. La cinta con la obra fue grabada por su mujer y sustituye todo dialogo entre la joven chofer Misaki y el director. Aunque al principio la relación entre ellos es nula, él comienza a relajarse muy lentamente y la relación mejora. 

La cinta combina viajes y ensayos de modo pausado pero muy disfrutable. Los recorridos en puentes sobre el mar y la serie de túneles obligan a recordar que el camino es más importante que el destino. Es otra metáfora sobre que lo importante es lo que hacemos cada día y la obra refuerza el tema. Hay cierta resignación, pero también virtud en aceptar nuestra realidad y  dejar ir el pasado.

La cultura japonesa se muestra por todos lados, desde las relaciones laborales hasta las familiares incluidos los muertos. Hay un relato misterioso que parece estar concluido, pero que vuelve de modo sorpresivo para torcer las cosas, quizá acomodarlas.

Hay una inesperada visita a la planta de procesamiento de basura que me recordó la cinta Manifesto (2015). Los viajes sirven para entrar en un sitio mental. En el caso de la planta, es una especie de viaje al pasado, un sitio de reinicio y transformación. Un sitio en el que los desechos producen algo nuevo.

Hay una vibra muy dulce en encontrar un amigo en quien debería ser tu enemigo o en quien te presta un servicio. No hay sitio para la superioridad, todos aprendemos de todos. Amé la descripción sobre cómo aprendió Misaki a conducir un auto. Además deja la enseñanza de que conducir bien, no es ir lo más rápido posible, es permitir que las personas se olviden de que van en un auto.

La obra de teatro y la cinta se funden de manera extraña. La puesta en escena sirve para cocinar una venganza, para sacar la tristeza, para meditar y para volver a la vida. Pero los viajes en auto tejen una amistad entrañable. Permitir que otro conduzca tu coche es aceptar que la ayuda enriquece nuestras vidas y que hay alguien que sabe conducir mejor que tú. (Ab.)

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