Dance of the Vampires - Roman Polanski (1967)

Sin importar si la conoces como La danza de los vampiros o The Fearless Vampire Killers, or Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck, está cinta es muy divertida. Las primeras escenas, con la carreta avanzando en la nieve azul son simplemente magníficas. Me recordaron tanto Dracula (1992) como el inicio de The Hateful Eight (2015). No cabe duda de que Tarantino conoce la obra de Polanski y a Sharon Tate, prueba de ello es Once Upon a Time... in Hollywood (2019). Si no hubiera visto esa cinta, no hubiera buscado ésta. Fuera del chisme, lo importante es el humor. La cinta sigue al Profesor Abronsious y su asistente. El investigador de la Universidad de Königsberg, que por creer en la existencia de vampiros ha sido repudiado por sus colegas, viaja a Transilvania siguiendo la pista de su obsesión. Desea encontrar pruebas que respalden su convicción y, de ser posible, matar algunos guampiros. Así que en su maleta lleva estacas y crucifijos. Su asistente Alfred, interpretado por Roman Polanski, parece no tener nada mejor que hacer que ir a cazar vampiros, va sin ganas pero va. Ninguno es fuerte ni particularmente valiente o listo. La película tiene un aire tan relajado que parece contada por la abuela. No se empeña en hacer reír, simplemente busca entretener. Transilvania es un pueblo con un clima terrible. El único atractivo es el castillo del rancio Conde Von Krolock y su hijo Herbert, aunque nadie quiere revelar su existencia. 
La película se detiene en cada una de las creencias sobre estos seres. Por ejemplo: la taberna está llena de ajos para repeler a los monstruos; los vampiros no tienen reflejo, duermen en ataúdes y beben sangre del cuello de sus víctimas. Pero no los toma en serio, por ejemplo, el hijo del conde es homosexual, ni crucifijos ni los ajos surten efecto, los chupasangre son muy relajados, nunca violentos y sus víctimas no mueren, simplemente se transforman. ¿Qué desean los vampiros? Lo mismo que el más común de los mortales, pasar un buen rato y reproducirse.

La cinta no cae en tonterías, da por hecho que los hijos de la noche vuelan, el Conde es capaz de secuestrar a Sharon Tate, pero jamás lo vemos por los aires cargando a la mujer. Por cierto, Sharon luce guapísima de pelirroja. Lo mismo pasa con los pueblerinos, aunque por una parte sienten temor de ser bebidos, por otra parte encuentran glamorosa la vida vampira. Sarah parece pensar que no hay un mejor destino.

El asistente Alfred además es cobarde. Cuando tiene la oportunidad de despachar a un vampiro no puede hacerlo. Si esperan ver algo sangriento este filme no es la opción. Sólo muere un lobo y lo mata el jorobado Koukol fuera de cámara. 

Este filme no te mata de risa ni de miedo, pero te deja un agradable sabor de boca. Es casi un cuento infantil con un toque sexy. Me parece increíble que la siguiente película de este director haya sido Rosemary's Baby (1968). La danza de los vampiros es ideal para apagar el cerebro y dejarse llevar. (Ab.)

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