Men of Honor - George Tillman Jr. (2000)

Hombres de honor es una buena cinta de superación personal que sirve contra el racismo o, quizá, es una película contra el racismo que sirve como ejemplo de superación personal. No había vuelto a verla desde que estuvo en cartelera y, evidentemente, tenía veinte años menos. En aquellos tiempos, Robert De Niro me parecía un viejo sangrón que siempre hacía los mismos gestos y sólo me había impresionado en Cabo de miedo (1991) y en Toro Salvaje (1980). Cuba Gooding Jr., a pesar de haber gritado en Jerry Maguire (1996) y en Mejor imposible (1997), me parecía insufrible, su rostro me ponía de mal humor. Además, los aparatos de buceo del siglo pasado me parecían una extravagancia casi tonta. En fin, no me gustaba ni el tema ni los actores, pero igual pagué mi boleto. Recuerdo que al final me conmovió. Sin embargo, en mi cerebro dejé la señal de no volver a verla. Ahora, mi amigo y doctor, Jorge Cabrera, me propuso verla para hablar de ella en el Tronco Común y por eso vencí el prejuicio. Únicamente recordaba el rostro de Cuba y que se trataba de buzos, nada más. 

Verla hoy ha sido una experiencia distinta. De Niro no es mi favorito, pero ya no me cae mal y el rostro de Cuba me molesta pero mucho menos. La cinta dura dos horas y nueve minutos, y por momentos creo que exagera el drama. 
El filme sigue la vida de Carl Brashear, el primer hombre de raza negra en convertirse en Maestro de buceo en la Marina gringa. El asunto es que su entrenador, Master Chief Billy Sunday, debe hacer el viaje emocional partiendo de menospreciarlo, insultarlo e intentar sacarlo del programa de entrenamiento hasta ayudarlo a convertirse en maestro.
Es curioso que en una cinta contra el racismo, el arco más importante sea siempre el del personaje blanco, es lógico  porque son los racistas quienes deben cambiar de opinión para que la película funcione, pero implica cierto grado de contradicción

El personaje de Cuba sólo tiene un impulso y continuará usándolo hasta llegar a la cima de la escalera que escogió. No dudo que la Marina de Estados Unidos haya sido racista o siga siéndolo. Pero, aunque basada en una historia real, amputarse una pierna me parece una locura. 

No recordaba que aparecía Charlize Theron, que antes de este filme sólo había llamado mi atención como esposa de Keanu en El abogado del Diablo (1997). Su transformación es impactante, en el 2000 todavía se veía muy sana, muy guapa, muy natural, con la cantidad de grasa normal para una mujer. Creo que ahora exagera con el ejercicio. Claro, entonces hacía papel de amante y ahora hace personajes de heroína. Malditos estereotipos hollywoodenses.

La película vale la pena y creo que el tiempo ha limado esa sensación extraña que me causaba el viejo equipo de buceo. Quizá influye en mi opinión haber practicado ese deporte. Me conformo con nadar, tengo claro que respirar bajo el agua no es para mí, me parece muy peligroso. Incluso creo que la película omite profundizar en los riesgos del buceo. Quizá ahora sea más fácil, hay aparatos que te ayudan, pero en aquellos tiempos, era necesario estudiar mucho para mantener el peligro bajo control.
La película se siente demasiado larga, no ayuda el paseo innecesario por la relación romántica, pero de cualquier manera da un mensaje claro y contundente: el racismo es idiota. Además, deja claro que para vencer al sistema corrupto hay que tener aliados. Carl recibió el ejemplo y las palabras de su padre, recibió ayuda de su compañero en su primer día, fue apoyado por su esposa y por el maestro Sunday. Pleitos así no son para cualquiera. Hay que tenerlos bien puestos y ser muy pinche necio. No creo que las películas vayan a terminar con el racismo, pero creo que en México el tema sigue siendo un tabú. Todo lo que sirva a debilitarlo es bienvenido. Además, supongo que todos se pueden identificar con la historia porque nadie se salva de un maestro o a un jefe abusivo. (Ab.)

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