Insidious - James Wan (2010)

La noche del demonio está en Amazon Prime. Hace años que no veía una película que me erizara el vello, ésta lo logró, reconozco que me puse nervioso. Generalmente las películas de miedo me parecen tonterías, divertidas, pero tonterías. No entiendo el miedo por los asesinos seriales y la idea de que haya dos fuerzas peleando por el control del universo me parece boba. Más cuando se trata de demonios que enemigos del bien y de Dios pero creados por él. Claro que El exorcista (1973) me dio miedo, pero era un joven cuando lo vi. Por eso estoy sorprendido del efecto que causó en mi Insidious. Escribo y me siento nervioso de recordar la cinta. Contaré un poco de la historia. Como en cualquier otra película de miedo, una familia feliz (mamá, papá e hijo o hijos) se muda a una casa nueva en la que comienzan a suceder cosas extrañas. Pero, para separarse del montón, en ésta, la esposa se pone punk y exige que se muden. Un aplauso, por favor. Se mudan y el primer día en la nueva casa, el asunto crece, no se acaba, no disminuye, crece y suceden cosas a la luz del día. Además, hay una explicación lógica de porque no pudieron librarse de la chingadera. Aplauso de pie. El asunto implica un viaje astral. Bendito sea Dios, el Todopoderoso y su hijo Lucifer  quedaron fuera de esta historia. Un minuto de aplausos para el guionista. Todo el mundo puede ver a los demonios, no sólo los niños y queda registro en las fotografías. Señor guionista, Leigh Whannell, es usted un chingón. 

Hasta aquí todo es maravilloso. Tan bien armado está todo que me puse nervioso y mi cuerpo dio muestra de ello. Además resulta que hay evidencia de los viajes astrales y que más de uno en la familia puede realizarlos. Frenesí. El estadio corea los nombres del guionista y del director. Los cimientos vibran con los alaridos.

Pero la puerca tuerce el rabo y volvemos a la triste realidad invencible de la películas de terror. Aparece un diablo tradicional con patas de cabra, rabo con punta de flecha, cara roja y fuego alrededor. ¿Y dónde habita el Don diablo? En el más allá, un lugar donde se encuentran las almas torturadas de los muertos. En simple español: el infierno. 

¡Nooooooo! Porque carajos destruyeron ese bonito palacio de lo paranormal. Es como poner gomitas en la cerveza. Es como agregarle Squirt al Tequila. Ibamos bien. El mundo es más de lo que aceptamos que es. No es necesario Lucifer, ni el castigo de las almas, ni las tonterías de siempre. Ya se había borrado la estúpida presencia del sacerdote en sotana. Eran seres de otra dimensión que necesitan un cuerpo para encarnar en este mundo. Eso dice el guión en boca de Elise. Así funciona. No necesitas más.

De cualquier modo, aunque arruinan la diversión con almas de asesinos y un final que obliga a una segunda parte, la película vale la pena. Insisto. Pocas cosas me espantan, pero estoy bien seguro de que el guionista investigó en el mundo de lo paranormal antes de hacer este filme. 

La película tuvo tal éxito que hicieron tres más. Así que es muy probable que ya la hayas visto. Si es así, cuéntame si vale la pena ver otra de esta serie. Y por favor, dime si te dió miedo. En resumen, a pesar del final baboso, la cinta vale mucho la pena. (Ab.)

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