Faust - Aleksandr Sokurov (2011)
Fausto es una cinta alucinante. Basada en la leyenda alemana del viejo insatisfecho que todo sabe y vende su alma al diablo, este filme logra un ambiente de pesadilla. Si eres de esos que sufren ascos con cualquier cosa, no es para ti. La primera toma es de los genitales de un hombre muerto. El cadáver es levantado y analizado. Los órganos internos son tratados con descuido por manos sucias. Los olores se hacen presentes. El ambiente opresivo se apoya en sitios cerrados con poca luz de fuentes externas, retratados con alto contraste. Además, la atmósfera se refuerza con el parloteo continuo, la deformación de la imagen y el movimiento constante. Aunque buena parte está filmada en exteriores, las tomas abiertas sólo se utilizan al final para brindar sensación de libertad y conclusión. Dije parloteo, pero los diálogos son muy interesantes, abrumadores, nunca banales. En contraste los momentos dedicados al rostro de Margarita son luminosos. Tan luminosos que su apariencia pasa de lo angelical a lo monstruoso. Este filme no es principiantes, ni estómagos frágiles.
El diablo aparece pronto, su imagen no sorprende, no es un tipo alto y delgado, ni guapo. Es feo, gordo, calvo, tiene un rabo que sólo muestra cuando se desnuda, y camina con torpeza. Todo el pueblo lo conoce y ha tenido tratos con él. Este demonio no es el Chamuco Mayor y sólo promete a Fausto una noche con Margarita. Hasta dónde sé, la versión de Goethe es más complicada que esto. Implica una apuesta entre Dios y el diablo, algo semejante al pasaje de Job. El demonio aparece primero como un perro y después promete a Fausto hacer todo lo que quiera, mientras viva para que Fausto lo sirva después de muerto. La cláusula importante es que si el Diablo brinda algo tan satisfactorio que Fausto desea hacer ese momento eterno, Fausto morirá. Ya me dieron ganas de leer el libro.
El filme no se apega a ninguna versión. Da por hecho que conoces la leyenda. El sentido del humor utilizado es poco ortodoxo y su anticlericalismo es tan simplón como defecar dentro de la iglesia o tan sutil como señalar a una señora vieja, muy bien vestida, que dice ser esposa del Diablo y lo persigue.
El dicho "las armas las carga el diablo y las disparan los pendejos" es fiel reflejo del actuar de Mefistófeles en la cinta. El demonio sólo acomoda los cosas para que los hombres hagan su parte. Y los humanos sabemos hacer lo nuestro. Nadie fuerza la mano de nadie.
Nada que escuches o leas puede reemplazar la experiencia de ver esta cinta. Tienes que verla. Vale la pena. Es una pesadilla de cabo a rabo pero es una pesadilla cautivadora. Un mal viaje del que saldrás con ganas de repetir la experiencia. (Ab.)
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