The Battered Bastards of Baseball - Chapman Way & Maclain Way (2014)

Hoy martes arranca la Serie Mundial de Béisbol entre los Astros de Houston y los, antes Senadores, hoy Nationals de Washington. Por esa razón, el Negro Tito (con quién hago el Podcast del Tronco Común que puedes encontrar en Spotify) me sugirió reseñar un filme sobre este deporte. La opción más sencilla para mí fue buscar en Netflix. Aparecieron varios filmes pero el nombre que llamó mi atención fue el de este magnífico y dulce documental sobre el que jamás había escuchado. Algo así como: Los abollados bastardos del béisbol. ¡Bingo! El título tiene fuerza y me enganché. Cuando comencé a verlo, perdí la fe por algunos minutos. Una señora que parecía ser la madre de Kurt Russell, hablaba sobre su esposo, un tal Bing Russell del que nada sabía. Resulta que Bing fue un actor de esos muy trabajadores que nunca tienen un protagónico y que fueron asesinados una y otra vez en las series de vaqueros de los setentas. Resulta curioso para mí, que fui un niño en los 70's y ví Bonanza, que el padre de Kurt trabajara en esa serie como el alguacil Clem Foster. Momentos de Bonanza recientemente aparecieron en Once Upon a Time... in Hollywood (2019) de Tarantino que trabajó con Kurt en Death Proof (2007), pero ya me salí del tema. El hecho es que Bing era amigo o mascota de los jugadores legendarios del equipo de los Yankees en 1936, en especial de Lefty Gomez. Bing tuvo dos amores, el beisbol y la actuación. Al cancelarse Bonanza, decidió ir a Portland y fundar el equipo de los Mavericks, para darse gusto y devolver al juego el sabor que recordaba de su infancia. 
Sobre el equipo de Bing, los Mavericks de Portland, trata el documental. Ellos fueron los bastardos del título, el equipo independiente que el sistema rechazó y que sólo vivió de 1973 a 1977. Un conjunto independiente formado por todos los que habían sido desechados. Por una parte es impresionante ver todo el material de archivo recolectado; por otra, descubrir quién fue Bing Russell, su gran visión y su gran amor por el beisbol. El tipo incluso filmó programas que sirven para enseñar a la gente a jugar. Fue innovador en muchos sentidos y puso la primera piedra de la liga independiente de beisbol sin saberlo.
La cosa es muy nostálgica. Todo aquel que ha practicado algún deporte sin otro interés que jugar puede sentirse conmovido por este filme. Kurt nunca fue de mis favoritos pero bastó ver esta película para sentir un gran afecto y admiración por su padre y sentir respeto por él. 
Si bien el filme va de Hollywood a Portland, el tuétano es la lucha por hacer lo que te gusta de la manera más libre posible. Por pensar de modo diferente y trazar veredas que serán caminos. Bing amaba el beisbol y le brindó a Portland un espectáculo entrañable que le brindó identidad. Después la mafia del beisbol pagaría por sacarlo del estadio y torcería las reglas para que nunca jamás hubiera un fenómeno como el de los Mavericks. Las grandes ligas son un monopolio cojo. 
De cualquier manera el filme es inspirador. Sería un sueño para mí fundar una liga independiente de futbol. Dejar a la FIFA chiflando en la loma con su corrupción y dar la oportunidad a la gente de jugar por placer. Bing Russell fue un genio rebelde, un verdadero Maverick. 
Además de contar una gran historia que mezcla el deporte y el cine, la música de la cinta me encantó. El soundtrack es de Brocker Way. Es alegre y ligera. El filme por supuesto tiene muchos detalles interesantes que no voy a echar a perder. Tienes que verlo. (Ab.)
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