Iron Maiden: Flight 666 - Sam Dunn & Scot McFadyen (2009)

Advertencia: Este filme es sólo para admiradores de Iron Maiden y esta reseña es para todos excepto para los antes mencionados. 
Jamás hubiera visto este filme si no hubiera sido porque el Negro Tito me prestó el DVD. Con orgullo he dicho que veo de todo, lo hago porque es malo cerrar la puerta a las cosas nuevas y creo que hay que luchar por conservar la mente abierta, así como la capacidad de sorprenderse y aprender. El Negro puso el disco en mis manos y acepté verlo. Me tiré en el sillón a ver esta cosa y mientras pasaban los primeros minutos y veía la cantidad de personas que disfrutan la música de Iron Maiden pensé que Dios no me permite ser director de una editorial, una disquera, una televisora o cualquier otro medio de comunicación, porque desecharía un montón de cosas populares que no me gustanVer este filme y notar que en IMDb tiene calificación de 8.3 confirma mi deducción. Aunque nunca me ha gustado el Heavy Metal, nunca lo he puesto en el mismo costal de mierda en el que guardo a la banda y el reggeaton. Le tengo buena fe, pero sé que no es para mí. Ya pueden imaginar que sufrí todos los números musicales. Si la distorsión en la guitarra es aburrida, la voz es simplemente ridícula. Este grupo me gusta para hacerlo totalmente acústico e instrumental. Sé que la legión de fans de Iron Maiden me crucificará, pero lo mejor del filme es el final, cuando se escucha Always look on the Bright Side of Life de Monty Python. 
La película es un asco y no sirve ni como publicidad. Es decir, si no te gusta Iron Maiden, la cinta no te convencerá de comprar un disco. Lo peor del caso es que el video fue encargado por el mismo grupo y al parecer no buscaron a alguien con talento que fuera capaz de contar una historia. Resulta chocante ver a esta gente, adultos mayores en muy avanzada plenitud, diciendo que son una gran familia de gente decente que vende una actitud rebelde y de esperanza. Ellos son de orígenes humildes y, según declaran, eso es lo que sus admiradores aprecian. Gente honesta y trabajadora que logró el éxito haciendo lo que le gusta. Cualquier parecido con Pedro Infante es pura coincidencia.
El feo audiovisual intenta presentarnos a cada uno de los integrantes de la banda, hacernos conscientes del gran avance que significó diseñar un avión para esta gira y mostrarnos la reacción de su público alrededor del mundo.  ¡Guau! Me tenían con el pendiente. Iron Maiden tiene tanto dinero que lo puede tirar en hacerse el candado. No hay un sólo instante de autocrítica y los gráficos de los vuelos son peores que los que usa Aeromexico, parecen hechos en PowerPoint.
Este pésimo documental hiere de verlo; me obligó a viajar a mi interior para aislarme y protegerme. Me imagino que los directores ni siquiera se tomaron la molestia de ver Pink Floyd The Wall (1982) para aprender algo. Debe tratarse de gente que tomaba video de bodas y graduaciones y que nunca estudió cine. No hay una sola cosa interesante en foto o edición. 
Mientras lo sufría, me sentí de nuevo de pie, espantado, en la Tienda de la UNAM mirando las portadas de los discos de Iron Maiden y admirando su tipografía. Supongo que ellos sabían del gran éxito que tenían esos diseños que impresionaban las mentes infantiles y apelaban a todo lo que en los setentas y ochentas era considerado satánico. Latinoamérica vivía bajo una loca mezcla de fanatismo religioso y cerrazón mental en la que las autoridades no podían entender que el Heavy Metal era un espectáculo. Recuerdo la fuerte impresión que causaba el grupo Kiss con su maquillaje. Hoy puedo disfrutar su música fresa, pero en los ochentas las madres ignorantes pensaban que eran los hijos del diablo. Todo era objeto de censura. El alíen del filme E.T. the Extra-Terrestrial (1982) y los pitufos eran considerados diabólicos. La iglesia recomendaba a los creyentes católicos no permitir la entrada a sus hogares de objetos con la imagen de esos seres. Carajo, sobreviví a la Edad Media.
Otra cosa que recordé fue que hace treinta años tuve que viajar a Querétaro para ver a Rod Stewart. El gobierno priísta sentía que el hombre que se peina con toalla enloquecería a la banda y se repetiría el 68 o alguna chaqueta mental del estilo. Ni en broma permitiría que Rod tocara en la Ciudad de México. Gracias a Dios ahora hay una pizca de criterio y ese tipo de conciertos pasan sin pena ni gloria. 
Para los viejos como yo, lo único que aporta esta cosa es la posibilidad de revivir la sensación de perder la identidad para mezclarse con la masa. En resumen: como documental es un bodrio, como ventana al pasado depende por completo de tu edad y vivencias. No la recomendaría ni a mi peor enemigo y supongo que el Negro Tito debe estarse riendo mientras piensa que invertí casi dos horas en esta cosa. (Ab.)
Comparte esta reseña con tus amigos, nadie merece sufrir esta tortura.


Comentarios

  1. Es cierto, el director no es un cineasta, es un fan de la banda y este documental está hecho para ellos, yo me incluyo. Ahora, no te imaginas el rechazo que me da tu crítica y tu mismo. Muchísima gente dentro de este mundo tiene mucho más respeto del que tu careces.

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