Se7en - David Fincher (1995)
Seven, los siete pecados capitales está en Netflix. Ayer ví nuevamente esta película que atrapó mi atención desde el momento de su estreno. Seguramente la mayoría la han visto, pero no sé a cuántas personas ha afectado tanto como a mí. Tanto eco tuvo en mi mente que incluí fragmentos de esta cinta en mi tesis profesional. Aunque en general, la gente recuerda el impacto de descubrir quién es el asesino y la conclusión violenta, para mí lo importante es el análisis de la sociedad. Olvida un momento que se trata de pura diversión y que pusiste la película para ver a Brad Pitt y a Morgan Freeman. Lo que John Doe está diciendo es muy simple y real. La sociedad es una mierda, los pecados están por todas partes, en cada uno de nosotros, no hay nadie que se salve. No hay lugar para la tolerancia. Él es buen juez y por su casa empieza: reconoce su pecado y prepara su castigo. Pone el ejemplo. Si todos fuéramos castigados con severidad, esta Tierra no cambiaría en nada. Ninguna pena nunca jamás ha podido evitar que el hombre se corrompa. Hace años cuando ví este filme por primera vez, todavía pesaban en mi juicio las enseñanzas cristianas y me parecía justo que alguien tomara en sus manos la tarea de impartir una justicia absoluta. Hoy me doy cuenta de que John Doe es un fanático que cree en el mito de Jesucristo y que ningún castigo puede hacer mejores a los hombres. Somos lo que somos, una raza estúpida que se miente todos los días para soportar el hedor de su miseria.
Si hace años me sentí identificado con la labor de John Doe, hoy me siento identificado con la resignación de Somerset. El mundo no tiene remedio y es difícil mantenerse sin sentir que cada día es peor. No se trata de hacerse la víctima, se trata de mantener la cordura frente al abismo.
Somerset pregunta: ¿Por qué alguien querría traer un hijo a este mundo? Y para mí esa es la pregunta clave. Ese es el punto de apoyo para cambiar el mundo. Los humanos somos el problema, hay que reducir el problema para poder controlarlo.
Otro detalle que da vida a la película es la idea de la locura. Mills acepta que es cómodo llamar loco a John Doe. Algo queda claro: no está loco. Es un hombre con convicciones erróneas, sólo eso. Hablar de locura es una tontería. Los hombres somos textos, somos libros y nuestras acciones son resultados de la narrativa que llevamos impresa. Nadie puede asegurar que su texto es correcto. ¿Qué pensaría de nosotros un hombre de hace dos siglos o uno del futuro? La peor locura radica en rechazar el pensamiento y copiar el modelo de conducta, en hacer siempre lo que los demás esperan de ti.
Dejando a un lado mis conclusiones, la película es estupenda. La dirección de Fincher es eficaz y fluida. La música es una mezcla que va desde el cielo hasta la pesadilla. La fotografía parece inspirada en la de Joel-Peter Witkin. El guión tiene múltiples referencias a los clásicos y es un placer observar que una biblioteca sirva para resolver un problema práctico.
Mills desciende al infierno en compañía de Somerset, sólo para que la obra de John quede completa. Los nombres no son casualidades. Supongo, no estoy seguro, Mills es una especie de homenaje a John Stuart Mill. John Doe es San Juan predicando. Somerset es una voltereta del pensamiento y además suena al fin del verano que alude a su edad y madurez.
Gwyneth Paltrow luce hermosa y sana, perfecta como víctima. Brad Pitt es joven e impetuoso, tal y como el personaje lo requiere. Morgan Freeman está en plenitud y su personaje es la figura paterna y el maestro. Kevin Spacey, con el poco tiempo que tiene en pantalla, logra impresionar. Claro que sus textos son estupendos, pero la fuerza que les imprime y la convicción de su mirada son impresionantes. Incluso su sonrisa es cabrona.
En resumen, este filme es magnífico, puede servir como entretenimiento o como tema de múltiples reflexiones. ¿Quién inventó los pecados capitales? ¿Sirve para algo tener un estudio tan detallado de las debilidades humanas? ¿Hay algún modo de cambiar? ¿Estaremos por siempre limitados por la biología? Seven te deja tarea. (Ab.)
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