Sauvage - Camille Vidal-Naquet (2018)

Como parte del 39 Foro Internacional de Cine, que comienza el próximo viernes en la Cineteca Nacional, se presenta un filme absolutamente innecesario llamado Salvaje. Una y otra vez se presentan películas tipo falso documental sobre la prostitución. Apenas en noviembre del año pasado, la 65 Muestra Internacional de Cine incluyó Alanis (2017) de Anahí Berneri. En Alanis la protagonista era una sexoservidora, en Salvaje es un prostituto indigente; ahora no estamos en Argentina, estamos en Francia. Pero fuera de eso nada cambia. Hay clientes abusivos, dificultades económicas, soledad y depresión.  Todos sabemos que la prostitución es un oficio de alto riesgo y que habrá suciedad, pobreza y maltrato, aderezados con drogadicción y estupidez. ¿Quién demonios quiere ver eso y para qué quiere verlo? 

Es decir, no hay un movimiento de regularización del sexo servicio. En occidente, el cristianismo impide que la prostitución se norme como cualquier otro oficio. No hay uso de suelo de burdel, no hay revisiones sanitarias obligatorias, no hay seguridad en el empleo y no los habrá. No importa que Jesucristo haya sido íntimo de María Magdalena, la prostitución está mal vista y hay grandes intereses en mantenerla como una actividad fantasma o de efectos negativos. Sin embargo, en la CDMX basta recorrer Calzada de Tlalpan después de las once de la noche para ver un ejercito de sexo servidores de ambos géneros.

La prostitución existe desde que el hombre es hombre y seguirá existiendo mientras haya humanos, por eso es una desgracia que la doble moral cristiana impida que se desarrolle de manera segura. Pero volviendo al cine, no encuentro la razón para filmar esto. Es decir, ni siquiera es real. Lo único que me hace pensar es que debe haber mucho desempleo entre los actores para prestarse a fingir, en el mejor de los casos, una felación delante de la cámara. 

Imagino que un homosexual sano y activo no tiene ganas de ver como violan a un vagabundo que se está muriendo de tuberculosis. Quizá por eso pienso que Salvaje está dirigida a los que siguen en el armario y llevan días sin sexo. Ni siquiera es pro-gay; al final, queda la sensación de que el protagonista es un estúpido que tiene bien merecido todo lo que le pase.

En resumen, Salvaje retrata lo mismo que cualquier documental de prostitución masculina y le agrega un final digno de Novia fugitiva (1999). Yo prefiero ver de nuevo la hermosa sonrisa de Julia Roberts con un soundtrack ochentero. (Ab.)