Fanny och Alexander - Ingmar Bergman (1982)

Fanny & Alexander es un peliculón que ningún cinéfilo debe perderse. Dura más de tres horas y abarca la vida misma. Supongo que ya has escuchado hablar de ella o que ya la viste. En el momento de su estreno era yo apenas un adolescente y ver este filme estaba fuera de mi alcance. El título no me parecía atractivo, imaginaba una cursi historia de amor. Nada más lejano a la realidad. En noviembre del año pasado puede ver el documental Buscando a Ingmar Bergman (2018) y allí hablan de este filme como uno de los más representativos del director sueco. Gracias al maestro Xavier Robles, sabía que el filme está considerado dentro del género pieza y como tal, tiene por objeto profundizar en las complejidades del ser humano. En otras palabras, no es un cine fácil, la pieza es un género introspectivo, casi filosófico. Así que para ver Fanny & Alexander es necesario estar psicológicamente preparado. Es una película que requiere paciencia, no es una película de acción ni de fácil lectura. Es un viaje por aguas profundas y turbulentas que presenta una serie de preguntas incómodas. 
Los temas que analiza son: la búsqueda de dios y su silencio; la dulce fantasía y los fantasmas; la magia y el teatro; el lujo y las carencias; el pecado y la penitencia; la libertad y el matrimonio; el dolor y la mentira; la sexualidad y la muerte; la infancia y la vejez; el amor y el odio. Fanny & Alexander es tan amplia como la vida misma.
Bergman pone sobre la mesa sus inquietudes, dudas, teorías y gustos. Sin embargo, sus puntos de vista no son definitivos. Recopila sus caminos andados para armar un laberinto de complejas relaciones personales; por eso la cinta tiene cierto sabor autobiográfico que permite  imaginar el universo familiar del director. 
En la película, la casa familiar representa el paraíso del que Alexander es expulsado al morir su padre; la casa del Obispo representa el infierno habitado por demonios dedicados a imponer torturas y castigos; y la casa de Isak Jacobi es el purgatorio, en el que Alexander habla con su padre y conoce a Ismael (este nombre significa Dios me escucha) que lo ayudará a volver al paraíso. 
Alexander  comprende que un hombre es todos los hombres. Si hay un infierno o un paraíso, eso depende de la gente que lo rodea, de su generosidad y su egoísmo, de su ignorancia y su cultura, de su tolerancia y fanatismo. 
El mundo que le interesa a Bergman no es el gran mundo, es el mundo cotidiano, el de las relaciones personales, el tejido social que nos impulsa o nos destruye. El mundo para cada hombre es así de pequeño y así de complicado. Fanny & Alexander es una maravilla que facilita entender los misterios del mundo. (Ab.)





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