In Fabric - Peter Strickland (2018)
In Fabric: vistiendo la muerte está en Amazon y es estupenda. Basta ver el corto para quedar enganchado. La historia que se presenta es la de una ama de casa británica, de 50 años, recientemente divorciada, de nombre Sheila, que comparte la casa con su altanero hijo que no colabora con las tareas del hogar. Mientras su ex esposo parece ya tener una nueva pareja y su hijo tiene una relación sexualmente activa con su modelo, ella está en busca un compañero a través de un sistema de citas telefónicas. Para asistir a su primera cita acude a la boutique de moda, Dentley & Soper’s y se prueba un vestido que le queda perfecto a pesar de ser talla 36. La enigmática vendedora la convence de adquirirlo, pero además le cuenta una tragedia sobre la modelo que lo viste en la foto del catálogo de la tienda. El vestido tiene bordado esta frase: Tú que me vistes me conocerás. Después de una cita muy torpe, descubre que el vestido le causó un sarpullido. El filme utiliza dos temores: a) la posibilidad de que la ropa nueva cause alergias, yo jamás utilizó una prenda nueva sin antes lavarla; y b) la creencia de que hay ropa que nos causa buena o mala suerte.
Este filme presente un ambiente que parece extraído directamente de Suspiria (1977), combina la brujería y el sexo, pero atrapa por la relación que crea entre los rituales y el lenguaje poco común de las empleadas de la boutique con el fanatismo de su clientela. A ello se suma el comportamiento atosigante de los dueños del banco con sus empleados. El conjunto crea una atmósfera onírica inquietante. La palabra esclavitud llena mi mente.
A pesar de todos sus aciertos, la película se parte en dos y la segunda parte no resulta tan elocuente como la primera. En la segunda parte, un técnico en lavadoras acude a su despedida de soltero y por casualidad utiliza el vestido que antes usó Sheila. La prenda se meterá en su vida y en la de su prometida sin remedio.
Siguiendo las ideas de Dario Argento, la película debe sentirse y provocar, cosa que logra muy bien en la primera parte. Sin embargo, el final carece de fuerza al dejar cabos sueltos importantes. Por una parte no es un capítulo de la mítica serie La Dimensión Desconocida en que las leyes naturales se incumplen por un momento y después todo vuelve a us cauce. Este relato no tiene salida. Por otra, no da muchas pistas sobre la explicación del comportamiento de sus personajes. El hilo entre la boutique y el banco no es evidente y parece que lo visual rebasa a lo narrativo.
Terminé con muchas dudas y un poco decepcionado porque deseaba más brujería. El cierre no es convencional y no explica todo lo que vimos. Las brujas son un tema apasionante, pero el vestido no tiene un comportamiento coherente y eso rompió, para mí, el hechizo que tan eficazmente construyó la primera parte. Sin embargo, tuve la sensación de no haber entendido y al escribir esta reseña encontré que en el fondo de ambas historias hay un comentario sobre los oscuros hechizos de la publicidad, la magia negra del consumismo que logra transformar a las personas en esclavos, algunos los llamaran consumidores, y los pone a trabajar para obtener las cosas que se les ofrecen, sólo esas y no otras. ¿A cuántos conoces que están enganchados con el iPhone y ya están esperando la nueva versión para adquirirla? Este es el nuevo colonialismo que hace un traje unitalla que se ajusta a todos sus dueños. Ya se dijo en El club de la pelea (1999): las cosas que posees terminarán poseyéndote. (Ab.)
Si te gustó esta reseña obstinada que alcanzó la iluminación con esfuerzo, compártela con uno de esos esclavos de las marcas.
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