El violín - Francisco Vargas (2005)


El violín es un filme de denuncia que inicia cabrón y después se da tiempo para elaborar su discurso. Debo confesar que los primeros cinco minutos son molestos de ver, pero que se justifican al final. La cámara está en el suelo de un oscuro cuarto hecho de tablones con suelo de tierra apisonada, donde están interrogando y torturando a unos rebeldes. Se deduce  que son campesinos por sus ropas, su cabello, su color de piel y sus pies. Esas escenas de tortura culminan con una violación con los rostros de la víctima y el soldado en pantalla.  Hay un detalle en esa escena, el agresor y la mujer podrían ser primos. Nada hay en su físico que los distinga. El resto del filme es más digerible. De ahí en adelante la violencia se sugiere pero no se muestra. 

La cinta sigue a Don Plutarco Hidalgo, un viejo campesino violinista, a su hijo Genaro (también campesino pero guitarrista y rebelde) y a su nieto Lucio. Van a la ciudad cercana a tocar y ganar dinero pero también porque Genaro forma parte de la guerrilla y necesitan organizarse porque el ejercito está en la zona buscando revolucionarios y eliminándolos.


Nunca se señala en dónde están, por el entorno, parece Chiapas, pero las locaciones fueron en el Estado de México. La idea es que sea cualquier zona montañosa mexicana en los ochentas. La guerrilla está bien organizada y se comunican de manera discreta, incluso utilizan una moneda local. El ejército los está cazando y ellos tienen que adelantar la fecha de su levantamiento. Al volver a casa, los músicos encuentran que su población está tomada y que sus vecinos están huyendo. Las armas y el parque que guardaban en la milpa están fuera de su alcance.



Genaro quiere recuperar las armas y se queda con la guerrilla en espera de juntar hombres para hacer la incursión. Por su parte, Plutarco se queda con su nieto, adquiere una burra y va a su casa con la intención de recuperar las municiones, al menos las que quepan en el estuche de su instrumento. Las cosas salen mal pero inicia una relación extraña con el Capitán a cargo. 


Hay varias escenas entrañables. Una en que Don Plutarco cuenta a su nieto la historia de la humanidad. En ese relato el señor le brinda una clase de política bastante simple pero contundente. La tierra es suya y la gente que llega quiere quitársela. De eso se trata todo, ellos sólo defienden su propiedad, ellos son los hombres de verdad.


Otra escena significativa es cuando Don Plutarco firma un papel en blanco al cacique a cambio de la burra. Una más, cuando el capitán reconoce que también es de origen campesino y que en algún momento no tuvo pa' tragar. La más cruel para mí, es cuando el violinista sale del terreno ocupado por los militares y le regalan un paquete que supuestamente contiene comida. Todo son símbolos. Todo es denuncia y contexto.

Este filme no permite mantenerse imparcial. Es claro que los campesinos son usados contra los campesinos, obviamente están vestidos de soldados pero sirven a alguien que no pone un pie en la zona de conflicto. ¿Cómo haces que gente igual se sienta diferente? ¿Cómo haces que se enfrenten? El asunto es cultural. Aunque hay dinero de por medio, lo importante es que están programados para enfrentarse. Alguien se beneficia sin aparecer, por principio los fabricantes de armas. Es extraño que la guerrilla no descubra que su proveedor de armas es el ejército que los combate. Es así que saben dónde están y con qué cuentan. Los viajes que realiza Don Plutarco dan pie a la sospecha, a que lo sigan, lo observen y descubran su secreto. El viejo actúa de buena fe, pero se entrega. Su inocencia es su peor enemigo. Y la guerrilla no sabe utilizar esas visitas, no le piden información.


La película tiene una buena fotografía en blanco y negro, música tradicional y buenas actuaciones. El final es triste, el nieto Lucio se convierte en el mismo niño que se convirtió en el capitán. A los mexicanos nos gusta la fatalidad. Lo mejor de la cinta es que Plutarco nunca se da por vencido. El capitán le ordena tocar y el contesta: Se acabó la música.


Después de ver esta cinta, que puedes ver YouTube entiendo que el levantamiento armado jamás podrá ser una solución definitiva. La Tierra puede ser el infierno o el paraíso, pero eso depende de lo que los humanos tengamos en la cabeza. Si cambiamos la mentalidad, cambiamos el mundo, pero hay mucha gente interesada en que no cambie. (Ab.)




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