The Silence of the Lambs - Jonathan Demme (1991)


El silencio de los inocentes
(de los corderos, en realidad), hace referencia a la culpa del personaje Clarice Starling al escuchar los balidos de los animales conscientes de que serán asesinados. Clarice no puede comer cordero y se dedica a los homicidas porque su padre fue asesinado cuando ella tenía 10 años. 
Es curioso que los veganos no hayan adoptado esta cinta. A la protagonista le resulta difícil aceptar la muerte de un animal y encuentra reconfortante buscar asesinos. La trama, por si algún alma perdida no ha visto esta cinta, es la cooperación entre el asesino recluido Hannibal Lecter y Clarice, una novata del FBI, que es utilizada como carnada por su jefe Jack Crawford para que Hannibal ayude a encontrar al asesino apodado Buffalo Bill que tiene secuestrada a la hija de una senadora. Resulta increíble que la película pueda describirse de modo tan breve. El desarrollo es muy interesante y cuenta con tantos detalles que es posible hablar largo y tendido sobre ellos. 
Por una parte, Clarice está curando su mente al rescatar a una joven que no conoce, al tiempo que se demuestra ser capaz de realizar el trabajo y triunfar en un mundo de hombres. Por otra, Lecter recupera el gusto por la vida y siente instinto paternal por Clarice. El odioso Dr. Chilton, jefe del psiquiátrico que resguarda a Hannibal, pretende la fama y la investigación le brinda la oportunidad de obtenerla. El jefe Crawford cumple con una misión imposible gracias a la ayuda de Lecter y Clarice. Buffalo Bill es el personaje más importante de la cinta, él echa a andar la película.

Visto a toro pasado, la codicia es el primer motor de todo el filme, cada personaje desea algo que no tiene. Sin embargo, la huella real en los espectadores, no fue el mensaje moralista de que lo inadecuado de la envidia. Lo que queda en la memoria es el asesino inteligente que gusta de comer humanos. El tabú eclipsa al pecado. Si me van a matar, sería un honor que comieran mi carne y usaran mi piel, preferible a que boten mi cuerpo a la basura. 

Lecter se roba el filme con su rostro amable y amenazador. Su cara es importante porque no todos los días podemos mirar los ojos de alguien capaz de matar y consumir la carne de sus víctimas. Aunque en el filme no lo vemos canibalear, la cinta  señala que esa era su costumbre. Junto a este hombre, que otro confeccione ropa con piel humana es poco impresionante. Ambos matan para usar los cadáveres, no por dinero o fama, no por religión, por el placer de utilizar el cuerpo de sus semejantes. Sin embargo, no son iguales, uno es culto, un  cirujano aficionado a la música clásica, que quedará libre, y el otro, el sastre que escucha música popular, será atrapado. 

Lo más fascinante de Lecter es su cultura. Es un hombre capaz de pintar de memoria el Duomo de Florencia, es un médico y, a diferencia del prejuicio generalizado, todo su saber no le hace sentir empatía, ni misericordia. Hannibal es una versión moderna del Dr. Jekyll que no requiere de una poción para transformarse en Mr. Hyde

Hannibal resultó ser un personaje tan poderoso que  impulsó una secuela, una precuela y una serie. Dejó huella y llevo a mucha gente a leer. El carisma de Lecter es atractivo a todos. En mi opinión, el atractivo radica en que todos hemos deseado matar en algún momento. Es de mal gusto confesarlo, pero es un instinto, un deseo, aunque nunca se haya realizado. La mayoría nos controlamos. El Silencio de los Inocentes nos permite decidir si estamos más cercanos a Buffalo Bill o Hannibal. Al final, el mensaje de la película es que no es fácil ser asesino, pero nos muestra un ejemplo de éxito porque, a pesar de las apariencias, es aspiracional. (Ab.)

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