Kokuriko-zaka kara - Gorô Miyazaki (2011)


La colina de las amapolas
del Studio Ghibli está en Netflix. Si buscas de qué trata, encontrarás que en 1963, un poco antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, unos alumnos hacen lo posible por evitar la demolición de un viejo edificio llamado Latin Quarter que alberga clubes de estudio. En realidad es una historia de amor, una novela costumbrista que muestra a Yokohama, una ciudad al sur de Tokio, casi rural que todavía no se repone de la Guerra pero va por buen camino. La reconstrucción del edificio es una alegoría a la reconstrucción de Japón y la labor de los jóvenes en el rescate de las tradiciones. Mucho trabajo de equipo para recuperar el pasado, y seguir adelante. Umi, la chica protagonista, extraña a su padre muerto, un capitán de barco que murió en la guerra de Corea y por eso iza unas banderas en el asta que hay en su propiedad. Shun, editor del diario escolar, ha respondido sus señales desde el remolcador de su padre y ahora publica un poema en el diario. 
El amor entre Umi y Shun parece imposible, se conocen se gustan y se distancias. Durante la guerra sucedieron muchas cosas que ellos ignoran. Mientras los estudiantes intentan salvar el edificio viajando a Tokio, investigan el pasado de sus familias para descubrir su origen. 
Es cierto, es una novela cursi y la historia de amor es digna de cualquier telenovela mexicana, pero la música es genial, las costumbres mostradas son muy interesantes y el mensaje es positivo. Ante la avalancha del cambio, lo lógico es rescatar todo lo bueno. El pasado no debe ser olvidado, debe ser incorporado.
Ni pizca de inclusión forzada y por eso la historia fluye. Lo único forzado es el tamaño de los ojos de los personajes, que a pesar de ser japoneses, tienen enormes ojos como los de Heidi. Quizá sea un símbolo de que los tienen bien abiertos para ver hacia dónde se dirigen. 
Lo importante es que mientras se acomodan las piezas para que el romance florezca; todos los estudiantes, sin importar su especialidad,  se organizan para realizar los trabajos necesarios para restaurar el inmueble. El edificio es Japón y todos los jóvenes hacen su parte para ponerlo de pie. Suena tan simple que siento impotencia de que en México no podamos lograr algo tan básico como indispensable. (Ab.)
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