Barry Lyndon - Stanley Kubrick (1975)


Está cinta de Kubrick no es la más famosa, ni la más vista pero muchos críticos la consideran la mejor del director. Es un filme complicado, lejano al ritmo y el estilo de Hollywood. En la superficie, es una novela picaresca, ambientada en Europa entre 1750 y 1789. Sigue la vida de un hombre irlandés que se hace soldado, después tramposo jugador, luego contrae matrimonio con una aristócrata y finalmente desaparece en la pobreza. Es un ejercicio de estilo que permite el placer de observar los paisajes y escuchar la música, así como detenerse en la iluminación, el vestuario y los peinados. Cada detalle cuidadosamente elaborado para absorber la atención. Todo es calmado y honesto, pero su significado no es evidente. La cinta está dividida por un intermedio. La primera parte es luminosa, activa y divertida, es la juventud. Barry sale del pueblo y se mete en líos gozando siempre de buena suerte. La segunda parte es la edad adulta llena de sombras. La suerte abandona a Barry y lo obliga a sufrir las consecuencias de sus actos.

Hay tres duelos importantes durante la cinta. El primero marca la infancia ya que el padre de Barry muere dejando a la viuda al cuidado del niño. El segundo marca la juventud, Barry reta al futuro esposo de su prima y el resultado lo obliga huir de casa y dar inicio a sus aventuras. El último, marca el inicio de la vejez. 

Hay cuatro mujeres en la vida de Barry. La madre que está presente durante su infancia y su vida después de casado. La prima que le parte el corazón por primera vez dejando a Barry marcado para siempre. Lischen, una campesina que le da de comer, le enseña a disfrutar y lo deja partir. Por último, su esposa Lady Lyndon, a la que traiciona y luego intenta recuperar. No voy a contar cada detalle de la cinta ya que está llena de asuntos interesantes y esta reseña sólo tiene la intención de avivar tu curiosidad.

Barry careció de padre y pierde su hijo, sin raíces no puede crecer el follaje, su destino está marcado. Hay un par de hombres que suplen la figura paterna, John Quin y el Chevalier de Balibari. Ambos son hombres temerarios que apuestan. De ellos copia el hábito de jugarlo todo a las cartas. La vida de Barry copia el patrón: lo que fácil llega, fácil se va.

El filme es existencialista, subraya la imposibilidad del cambio pero la matiza con alegre optimismo. La inmovilidad social es absoluta. Barry logra hacer de dinero y contactos pero siempre es considerado un hombre inferior. Barry vive al límite, ninguna cantidad es suficiente. A pesar de eso, la pasa bien.

Del mismo modo en que Barry se enreda con Lischen sin cambiarle la vida, se casa con Lady Lyndon sin alterar su suerte, ni la de su hijastro. Los encuentros sirven para confirmar el destino que obtuvo al nacer. Ante la imposibilidad del cambio, sólo queda disfrutar el viaje. Carpe Diem

Como en el cuento budista, en el que el viejo campesino nunca puede decir si lo que le sucede es fruto de la buena o mala suerte, y recomienda esperar antes de emitir un juicio; Barry es afortunado y feliz mientras renuncia al control y se conforma con reaccionar.

Barry se siente traicionado por su prima, la familia y su madre. Después descubre que Lischen es capaz de traicionar a su esposo que, como el gato de Schrödinger, puede estar vivo o muerto. Para cuando se casa con Lady Lyndon, ha perdido todo respeto por las mujeres. Y su madre, administrando su fortuna y preocupada por su estabilidad económica, sólo pone el último clavo al ataúd.

La herida en la pierna no es una casualidad. Los pies son la infancia, las piernas, la juventud; la muerte del padre y la herida de la prima nunca lo abandonan. La marca de Barry es la traición, la ajena y la propia. No puede evitarlo, está en su naturaleza. (Ab.)

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