Mommy Dead and Dearest - Erin Lee Carr (2017)

“Lo último que me dijo fue que no le hiciera daño.
–Gypsy Rose Blanchard.
Mommy Dead and Dearest es un documental que cuenta la historia del asesinato de Dee Dee Blanchard, una mujer que cuidaba sola de su hija adolescente Gypsy, quien padecia enfermedades como leucemia, asma y distrofia muscular, entre muchas otras. El caso tomó popularidad después de que las autoridades descubrieran que Gypssy no sólo estuvo detrás de todo junto a su novio de internet, Nicholas Godejohn, sino que nunca estuvo enferma. 
Con esta introducción es sencillo odiar a Gypsy, decir que claramente buscaba atención y al no tener la suficiente mató a su madre. Pero el mundo, la vida, no es tan simple. Los hechos ocurridos en 2015 fueron confusos y supongo que por algún asunto legal o lo que fuera, los detalles detrás del engaño de las “enfermedades de Gypsy” no se investigaron a profundidad hasta después. Es entonces cuando el caso deja de ser simple y se presentan preguntas importantes como: ¿Dee Dee fue realmente una víctima? o ¿Gypsy es culpable? Cuestiones que es imposible no debatir con otro o contigo mismo. 
Dee Dee obligaba a su hija a fingir que estaba enferma, la convenció incluso de que no podía caminar ni pensar por sí misma, la mantuvo alejada de todos los que pudieran ayudarla, por ejemplo: su padre  (quien hasta ahora se culpa por permitir tan fácilmente que lo alejaran de su hija). Dee Dee tenía sobre ella tal control que todo el tiempo tomaba su mano para apretarla si es que decía algo incorrecto frente a los demás, y ante ese gesto casi invisible, Gypsy guardaba silencio porque sabía las consecuencias de seguir hablando. Dee Dee era una mala persona, y no lo digo yo, sus propios familiares que aparecen en el documental se encargan de dejar claro que las cosas debían hacerse como Dee Dee quería sí o sí, que era una consentida de lo peor y una estafadora profesional. Sus anteriores movidas eran con cheques sin fondos o tarjetas de crédito a nombre de otros, pero su golpe maestro fue hacer que un pueblo le diera una casa, viajes y dinero para ayudar a su pobre hija. 
¿Dee Dee sabía que Gypsy se haría tan popular? No lo creo, pero cuando tuvo la oportunidad de explotar la compasión ajena no desperdició ni un segundo. Todos la conocían, a todos les parecía una mujer que cuidaba con esmero de su hija enferma, casi una santa. 
Nadie se hubiera imaginado que aquella niña sin pelo ni dientes, con lentes y en silla de ruedas, pudiera caminar y menos planear un asesinato. Pero eso fue lo que hizo. Harta de la manipulación, las mentiras y el miedo a vivir para siempre de esa forma; aislada y sin saber a ciencia cierta qué le metían en el cuerpo, se comunicó con Nicholas Godejohn en un sitio de citas cristiano (no puedo con esta ironía), se enamoraron, o así lo llamaron ellos entonces, y planearon matar a Dee Dee para poder huir y vivir juntos. Ahora es sencillo odiar a Dee Dee, decir incluso que se lo merecía como asegura su familia, pero ¿eso es suficiente para absolver a Gypsy? ¿Deberían dejarla salir dadas sus circunstancias especiales? ¿Deberían perdonarle las acciones que ahora dice lamentar? ¿Cambia algo que, en el 2015, el día después de dejar entrar al asesino de su madre y darle el arma, fue a un motel con él?
Un caso complicado y fascinante sin duda, que Mommy Dead and Dearest no busca endulzar de ninguna manera, ni  te obliga a elegir bandos, sólo quiere informarte e invitarte a sacar tus propias conclusiones. Yo te invito a verlo para que puedas decirme si: ¿Dee Dee fue realmente una víctima? o ¿Gypsy es culpable? (Scarlet Oliva)

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