The Great Dictator - Charles Chaplin 1940
Charles Chaplin actúa, escribe y dirige El Gran Dictador, su primera película con sonido. Al verla resulta evidente que se trata de un clásico indispensable. Basta esta película para calificar a Chaplin de genio. Las tomas del avión de cabeza están maravillosamente logradas, la moda de hacer ejercicio trepando por las cortinas ya la utilizó en 1940, jugar con un globo con la forma de la tierra también. ¿Qué sería del Cirque du Soleil si Chaplin no les hubiera heredado la receta? Chespirito y Roberto Benigni jamás hubieran triunfado sin copiar sartenazos y bofetadas. Chaplin ha dado de comer a un montón de gente que no hace sino imitarlo.
No importa que hayan pasado más de 75 años desde su estreno, si te interesa la historia del mundo, si quieres pensar o si sólo quieres reír puedes recurrir a este filme. No sé cuándo ni quién inventó la frase Hay que apretarse el cinturón. En México esta burrada ha acompañado cada administración priísta y resulta interesante descubrir que Chaplin ya se burlaba de ella en 1940. Los políticos de hoy parecen salidos de la misma escuela que El Gran Dictador.
La película ataca la estupidez humana en todas sus manifestaciones incluidos el fascismo, el nazismo, el racismo y la guerra. El filme está lleno de ideas y sobran razones para verla. En mi opinión, lo más valioso de este filme es el discurso final. En el momento en que se estrenó esta cinta, era necesario ridiculizar a los enemigos del "mundo libre", Hynkel y Napaloni son caricaturas obvias de Hitler y Musolini. Esos hombres han muerto, pero sus intenciones has sido recogidas por otros, hoy los nombres de los dictadores pueden ser sustituidos por los de otros hombres o por los de cualquier transnacional.
Los avatares del gran dictador son infinitos, lo que no cambia son las víctimas. Ese discurso es igualmente válido en contra de las compañías petroleras o automotrices. El hombre sigue siendo manipulado para negar su esencia, para convertirse en un consumidor y en mano de obra obediente y callada, incapaz de sentir.
Al parecer desde 1940 las cosas no han cambiado. Necesitamos otro barbero judío que tome la tribuna para sacudirnos, despertarnos, dar pie a los cambios y aniquilar la trampa en que vivimos.(Ab.)
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