8½ - Federico Fellini (1963)

Ocho y medio es un sueño. Es una reflexión sobre la vida, sobre la creación y la crisis. 8½ es filosofía. Es una película que trata sobre la realización de una película y Fellini se da todas las libertades para hablar de sus sueños, de sus fantasías, de sus deseos, de sus temores, de sus amores, de sus recuerdos y además rompe la estructura hablando de cine. 

La escena del látigo y el sombrero vaquero es pura gozadera. ¿Quién no ha soñado con poner en orden el amor y el deseo? Fellini se burla de sí mismo, de su ambición de ayudar a otros contando sus experiencias, de sus contradicciones, de su incapacidad de dedicarse a una sola cosa. 

El director disfruta de sus dudas, de sentir que no está listo, de procrastinar. Se rinde ante la presión de su productor, de la industria y de la prensa para salir más vivo que nunca. Se enamora y desea llevar consigo a todas las mujeres de que ha estado enamorado. El niño Fellini ama a las mujeres y no olvida a ninguna, ese es su placer y su castigo. 

Alguien tiene que pagar el precio. Mientras todo es sólo un proyecto y la inspiración no aterriza; la vida fluye, escapa y envejecemos. De cualquier manera tiene su encanto llegar con regalos para todos. Fellini siente la tentación de encontrar un nuevo amor que lo ayude a huir de sí mismo y a empezar de cero.

La música es magnífica para el circo de la vida. La fotografía es salvaje. Las mujeres son bellas: Claudia Cardinale, Anouk Aimée, Barbara Steele, Annie Gorassini y Edy Vessel. Esta película no es de un joven, es de un hombre que ha vivido, que sabe que en el fondo todo es una farsa, pero la farsa más bella del mundo. 

Más de dos horas se pasan volando. Con cincuenta y tantos años está película corre del cielo al infierno y de regreso. La religión nunca se ausenta de los filmes de Fellini, pero en este caso es un recuerdo agridulce, una especie de represión que ayuda a conformar el carácter. 

Ver películas en blanco y negro a veces cuesta trabajo, este no es el caso. Vean los primeros diez minutos, si no se enganchan, me mientan la madre. Este filme es una maravilla. Ya lo ha dicho el mundo, yo sólo me sumo al coro. (Ab.)