Cry Macho - Clint Eastwood (2021)


CRY MACHO está en Amazon y es excelente pero tan lenta que resulta difícil terminarla. Tienes que estar en un estado contemplativo para aguantar y no quedarte dormido. El título desconcierta porque Macho es un gallo de pelea mascota de un adolescente y, claro, no llora. La trama es simple, Mike Milo, un viejo domador de caballos, decide ayudar a su amigo y ex patrón Howard 
a encontrar a su hijo Rafo. Mike viaja por carretera hasta la Ciudad de México, busca y encuentra a Rafo y lo lleva a la frontera donde su padre lo recibe. El camino de regreso que podría durar un día, tres si quisieras llegar a Tijuana, dura más de dos semanas. Primero, porque en 1978 las carreteras eran de doble sentido; y segundo, porque la policía de caminos los busca.  Se trata de un road trip de pareja dispareja, pero los momentos de humor son pocos, no es una comedia. Además es totalmente contraria a la hipnosis colectiva de lo que significa vivir plenamente. O al menos eso entendí yo.


Mike asume la tarea de educar al adolescente. Rafo es un Mogli moderno, un animal salvaje malcriado por la locura de su madre alcohólica, los golpes de su padrastro y el trato hostil de la gente en las calles de la ciudad. Así que Mike lo doma con calma y mano suave como si fuera un caballo y le enseña a disfrutar. 
La cinta esconde  sus cartas.

Si no la has visto y te dio curiosidad, será mejor que pares de leer y regrese tras haberla visto para comparar impresiones. Clint Eastwood nació en 1930, así que algo debió aprender de la vida. No me refiero a su paso por el cine, de eso ha dejado muestra contundente en sus cintas. Me refiero al sentido de estar vivo. Lo que aprendió se expone en este filme.

Es cierto que cuando joven crees que hay mucho por hacer, cambiar y lograr, muchas razones para moverse de aquí para allá. Eso no es igual en la medida que envejeces. Cada día te acerca un poco más a la muerte y ya no es tan fácil engañarse. Sin importar los éxitos o la cuenta bancaria, nadie sale vivo de aquí. Eastwood lo sabe. Su personaje Mike no tiene familia y está dispuesto a hacer algo por amistad o por gratitud. En el camino descubre que además de reformar a un muchacho puede reintegrarse a una familia, volver a tener sentido y ser feliz. 

La publicidad actual insiste en que para tener una buena vida necesitas tres mil seicientos cincuenta y un productos. Eastwood expone que la felicidad puede encontrarse en un pueblito alejado de la civilización cuidando caballos si allí estás en buena compañía. La buena compañía no es gente rica y exitosa, son personas que te miran a los ojos sin soñar con viajes, yates, vestidos y joyas. Humanos que se concentran en atender sus necesidades cotidianas y son ajenos a las fantasías publicitarias. Eastwood muestra la simpleza de la felicidad en el trabajo físico y el contacto humano. (Ab.) 

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