Palmer - Fisher Stevens (2021)


Palmer
está en Apple TV. Para las mujeres, el gancho es Justin Timberlake y la verdad lo hace muy bien. Esta historia digna del canal Hallmark, está muy bien hecha. Es cursi, dulce y llena de clichés pero es mucho mejor que cualquier comedia mexicana. La historia: Un hombre sale bajo palabra de la cárcel y llega a vivir con su abuela Vivian. En la propiedad de la abuela hay un trailer en el que vive Shelly, una alocada mujer white trash interpretada por Juno Temple (encasillada en estos roles), su amante y su hijo Sam. La abuela advierte al recién llegado Palmer, que se aleje de ella pero el protagonista acaba de  salir del tambo y necesita sacudirse la prisión, de modo que termina durmiendo (eufemismo) con Shelly. Vivian se hace cargo de Sam todos los días porque su madre es irresponsable. Sam es un niño diferente, es muy listo, pero se cree niña y es  fanático de un programa de TV sobre hadas. Vivian morirá y Palmer tendrá que hacerse cargo de Sam.

La película puede resultar repelente si no rechazas el evidente mensaje progre a favor de la comunidad LGBT. Pero la neta, debe ser muy difícil criar a un niño ajeno con este carácter. En mi grupo de la primaria había un niño hiper femenino y todos lo jodían. No hacía otra cosa que ser él mismo, pero su sola existencia provocaba agresiones. El morrillo Ryder Allen tiene muchísimo carisma y actúa genial. Quizá sólo por él me enganche con la cinta.

Otro buen gancho es el evidente romance de Palmer con la maestra Maggie interpretada por la guapísima Alisha Wainwright. Por si faltan razones, la cinta utiliza el truco de ocultar el pasado de Palmer e ir soltando información conforme avanza el romance. Por otra parte, aunque Vivian (June Squibb) sale de la cinta pasados los primeros minutos, su personaje entrañable también te obliga a seguir viendo.

La cinta es cursi y simple, pero está bien fotografiada, bien contada, tiene momentos dulces y está salpicada de humor. No me conmovió pero quizá sea porque jamás he tenido que hacerme cargo de un niño. Quizá los que tienen hijos se sientan más identificados.

Se trata de una cinta de esas que te deja un muy grato sabor de boca y te devuelve la fe en la humanidad. La reflexión para mí, fue sobre los niños agresores. ¿Qué pasa en la cabeza de un niño que se siente con el derecho de golpear a otro? Supongo que deben vivir un infierno en sus casas. Quizá el hermano o el padre lo golpea y por eso le parece fácil atacar a otro. De cualquier modo creo que las escuelas deberían monitorearlos de cerca.

Hay una escena en que Palmer ve que un niño empuja a Sam. Sam no va a defenderse, así que Palmer toma al agresor y le dice que si lo vuelve a tocar le romperá el brazo. No sé si ese sea un remedio prudente o efectivo. Pero me gustó porque lo sentí políticamente incorrecto. Contrasta sabroso con de la campaña LGBT que organiza la maestra en el momento de los disfraces. 

Algunos pensaran que no está bien confundir a los niños. Creo que un disfraz no te va a provocar dudas respecto de quién eres. Una niña que se disfraza de vaquero, no se convertirá en lesbiana y un niño que se viste de hada no es necesariamente gay. Lo que eres, eres. No se puede ocultar.

Llama mi atención que los héroes de las películas gringas nunca tienen familia, piensen en Batman o el arácnido. En contraste, los personajes que tienen familia  terminan en la cárcel. Pinches ideas extrañas de los gringos. Parece que las familias les estorban. Según ellos, para ser un hombre libre y completo, necesitas que mueran tus padres. (Ab.)

Si te gustó esta reseña que se sale por la tangente, compártela con tu abuela.





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