Offret - Andrei Tarkovsky (1986)


EL SACRIFICIO
es la última película de Tarkovsky, la filmó ya enfermo de cáncer, la dedicó a su hijo y puedes verla en YouTube. El ambiente que crea es hipnótico y congela los pensamientos. Aunque la trama es aparentemente simple, me resultó imposible entender su mensaje mientras la veía. Tuve que irme a dormir confundido y pensar en ella mientras desayunaba para digerirla. El filme trata sobre 
la fe en el futuro y el mundo que dejamos a los hijos. El filme abre con un detalle de la pintura "La adoración de los magos" de Leonardo da Vinci.  Uno de los reyes está en suelo entregando el obsequio al recién nacido que sentado en el regazo de su madre se inclina hacia abajo para tocar el regalo. La cinta salta a la escena de un padre y un hijo en la playa plantando un árbol. El padre, Alexander, cuenta la historia de un monje que regó un árbol muerto hasta que floreció. Poco después llega el cartero, conversan y Alexander dice no tener relación con Dios. El responde que pasamos la vida esperando algo, esperando un evento especial que nos brinde sentido. Al final de la cinta eso cambia: El evento esperado ya sucedió. Hubo una señal. El sacrificio, el regalo a Dios, está hecho. El niño está sólo al pie del árbol después de regarlo. En el principio fue el verbo. ¿Por qué, papá?

El padre sacrificó todo para que su hijo tenga la oportunidad de vivir. ¿Eso significa ser padre? ¿Sacrificar tu vida para que tu hijo tenga una vida mejor? Creo que sí. La fe está restaurada y el niño usa la razón, el ciclo se repite. La eterna trampa, la roca en el ciclo de Sísifo es la reproducción. Los hijos atan a los padres y ese ciclo es infinito.

Otra escena interesante es la del antiguo mapa de Europa. Explica que lo conocido, lo que entiende el hombre no es cien por ciento correcto. Los mapas mienten; sin embargo, son útiles. Al inicio, el cartero dijo que el hacer de los hombres se repite en un circuito infinito que mejora un poquito mejor en cada ocasión.  Los mapas siguen sin ser perfectos. Alexander dice que los hombres no podemos entender el mundo, no podemos explicarlo, no podemos reducirlo a una ley. El mapa es nuestro intento y cada generación puede mejorarlo, pero nunca será exacto.

Algunos afirman que el cine de Tarkovsky es para sentir y no para analizar. Eso me parece falso. Al ver esta cinta puede parecer estúpida. Un hombre salva al mundo de la tercera guerra mundial teniendo sexo con una bruja y después quema su casa. Si no pienso en eso me parece idiota. Yo requiero analizar para entender.


No hay garantía de que el futuro será mejor. Pero sin esa fe, la humanidad no podría seguir. La confianza en el futuro es una acto animal, un impulso, una necesidad; no es un pensamiento respaldado con bases científicas. Quizá por eso Nietzsche es retratado como un enano jorobado que se queda en silencio en la anécdota del El caballo de Turín (2011). La vida es para vivirse, pero si no piensas en tu hacer puede convertirse en el infierno. Pensar debe servir a la vida, el pensamiento no debe ser un obstáculo. Quien queda atrapado en sus pensamientos se desconecta del mundo, se reseca y muere. 

Alexander recupera la fe, en sí mismo, en la vida, en su hijo y actúa. Quiere que un acto suyo mueva al mundo, esa es su necesidad. La idea es tonta, su sesión de sexo no evitó la guerra, su sacrificio no salvó al mundo. A través de esos actos Alexander encuentra su razón de ser. Tarkovsky filma para liberar a su hijo, para dejarle un mundo mejor. La casa está llena de locos, la casa está en llamas. (Ab.)

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